Sunday, October 09, 2011

Homenaje a Juan Manuel Avellaneda

Han sido algunos los años en que hemos coincido en Sanje. Dos ciezanos y otro más, Joaquín, a quien hoy echaba de menos en tu homenaje. Da gusto encontrarse a la gente con la que la vida, disfrutando o padeciendo, se ha forjado en todos nosotros.
Viendo las fotos que pasaban, históricas, con lugares de Cieza, me venía a la memoria todo ese tiempo que se comparte y que pasó tan rápido, que apenas puede tener uno la memoria más acertada para recordarlo con total fidelidad. Eso sí, dos ciezanos en un sitio distinto a nuestro pueblo, con el mismo cometido: enseñar, o, por lo menos, intentar todos los días hacerlo lo mejor posible…
Las fotos, la mesa, los compañeros, los momentos que nunca se olvidan son ahora motivo de júbilo, de satisfacción por toda una vida de trabajo, de entrega y, como bien decía José Vicente, tu “antónimo” sindical, siempre juntos, siempre en el mismo cometido de buscar lo mejor para los alumnos. Eso te honra, como seguro a tu padre le ha gustado, desde el cielo, oírte. Muchos ausentes y los presentes que, como bien han demostrado, son parte de tu singladura y para quienes ya no eres algo que llegó desde Cieza, sino que eres el compañero Avellaneda, el amigo, el intrépido, el “manitas” o, incluso, con cierto celo periodístico, un “intruso” reportero.
Es momento de recoger tizas, de apartar libretas y de colgar la bata blanca, el guarda-polvos. Más de uno te ha identificado al final, como pasa con todo, al verte con la bata blanca.
Ahora ya no notan tus pisadas los vetustos pasillos de Sanje, o las mesas de tu aula guardan el eco, silencioso, de tus clases. Alumnos que han participado, ahora profesores, en tu homenaje, muestra evidente de que has sembrado. Ahora toca recoger frutos y dispensar al tiempo.
Me quedo con las palabras, como le decía a mi muy apreciada compañera María José Riquelme, de un autor francés que, a sus ochenta y pico años, al pasar por delante del espejo se le ocurrió decir: “¡Hay que ver cómo pasa el tiempo por este mueble!”
Y concluyo con Alejandro Casona, que también fue maestro, por lo vivido en tu paso por Sanje:
“Si perdieras un tesoro y te encontraras otro, ¿no volverías a esconderlo en el mismo sitio?”
Estoy seguro de que tú lo harías en Sanje.

HAIKUS PARA EL VERANO