Saturday, April 05, 2008

EN ESPANGLISH PLIS!


La necesidad de comunicarte con otros seres en un idioma distinto para ambos.

Lo necesario de conocer otro idioma, al menos uno más, bien sea inglés o, como más próximo, el francés, pero tener conocimiento de otro idioma habilita la comunicación con otros seres que desconozcan el propio nuestro y, por medio del socorro del más internacional, el inglés, poder comunicar lo más importante.

La cuestión es, que durante cinco días, y para poder realizar una actividad docente, se toma como acuerdo general el usar el inglés como lengua de trabajo. Hasta aquí nada importante, el que más y el que menos, después de realizar unos cursos de refuerzos, de haber pasado unas cuantas horas en un aeropuerto oyendo lo de “gate” que es puerta y “boarding” que es embarcar, se va aproximando a hablar, aunque sea en el tan socorrido y voluntarioso spanglish, que es medio español y medio inglés y, si tiene agudizada la comprensión para traducir lo que se dice por parte del recepto, pues podemos decir que hemos logrado hacernos entender. Pero el problema no es el bloque de trabajo, el problema es el espacio y los lugares que tienes que visitar, o mejor dicho que tienen que visitar en este lugar del mundo, bonito como ninguno pero que en eso del inglés o de los idiomas, pues que no, no es lo nuestro.

Para empezar, llaman desde un país para solicitar una factura pro forma al hotel de recepción. Un hotel de pueblo, familiar, encantador, muy moderno pero... ¡no habla nadie inglés ni aproximado! Durante más de diez minutos, y en un total de quince o dieciséis repetición de llamada, el personal no llega a comprender lo que está pidiendo el cliente. Me llaman a mi móvil, desde Polonia, que es el interpelado y, muy extrañado me indica la situación. No puedo explicarle, de forma detallada, que en el hotel no es muy usual hablar inglés. Me da por reír y por pensar también. En un minuto se aclara todo y se procede de acuerdo a los intereses de mis compañeros polacos.

Va la segunda: En el comedor del hotel, desayuno del primer día. Las tres expediciones de Bulgaria, Turquía y Polonia. El camarero para entenderse mejor, después de mucho “siu, sius, siu, bla, bla” no le queda más remedio que poner un “catálogo” de productos en el mostrador: café, café con leche, zumo, repostería y un plato con jamón y queso. Los turcos, la repostería, por supuesto. El resto, sin dudar, el jamón español. Después de dos días, le digo que teniendo impresora y cámara digital, por qué no hace un catálogo improvisado. Me hace caso y procede con tal cometido. Además de que lo entiende todo el mundo, sirve para otros menesteres decorativos.

Y al despedirse tocan, que en cuestión de dineros esto es lo mejor cuando no se habla en el idioma del que nos visita. Menos mal que los números son todos iguales y para todas las lenguas. En el momento de poner, sin querer un día demás, no hace falta entender mucho los gestos del pagador, que con su mano, muy claramente, expresa su no rotundo y dice, con el índice, que hay un día demás. El mesonero, que del idioma de los dedos entiende un rato, no lo da por insulto, sino que claramente debe de descontar del precio uno de los días. Los dineros están contados, tanto para el inglés como para el español, francés, alemán, o italiano. Y es que en spanglish, por aquello de hablar otro idioma el número tiene fonética, pero escrito, en eso lo entiende todo el mundo.

FLORILEGIO EN AMSTERDAM


De lo que tanto se puede aprender con tan solo mirar.

Cae la nieve de forma violenta en Ámsterdam y es 26 de Marzo. La primavera, loca y cargada de cambios térmicos, deja su nota particular en estas tierras de la Europa comunitaria. El frío se hace notar y, de repente, una apertura en el cielo, entra el sol y para de nevar. Prodigioso el cambio climático, y no me refiero al tan manido que ocupa a los ecologistas, sino al natural, al propio que, en esta estación del año, se puede dar.

En mi pasear por la ciudad de los canales de las tierras con humedales y recuperadas al mar, la que también conocen por la Venecia del Norte, voy visitando los correspondientes museos a los que uno se ve obligado. El primero, como no, después de leer su diario y contemplar en imágenes lo que esta familia sufrió, es la visita obligada a la casa de Ana Frank. Algo que, si no has leído el libro o, por lo menos, visto una referencia en film de este personaje real, pues no vas a entender nada de lo que en esta casa se ofrece. Yo, sinceramente, pensaba en cómo durante dos años vivió esta chica, su familia y otros personajes… vivir en el sitio y aprender con tan solo mirar.

Sigo mis rutas, otro día con nieve, sol, nieve, viento y frío. Un café shop ¡cuidado! Es el paraíso de la Marihuana. Todo está permitido en estos espacios, bueno casi todo. El olor es inconfundible, pero…¿dónde voy yo? Pulcro e inmaculado a meterme en un espacio dedicado a “porrear” libremente, sin ataduras, sin problemas legales…¡hasta los chupa chups! Presentados como delicados caramelos de posible menta…¡pues no! ¡ni mucho menos! Son de marihuana. Observo, compruebo, denoto, callo, consumo mi te y, tras pagar religiosamente, me marcho.

Cae la tarde noche, el frío impide abrir los ojos más allá de donde las luces, en movimiento, te invitan a que te acerques y, por la curiosidad, sepas de que va. Estoy en la plaza Dam, la más famosa, y en sus calles anexas el bullicio se va disipando. Me voy por detrás, hacia el Este, y entre los canales, los “grach” canal en holandés, me doy de bruces con los primeros “escaparates”. He llegado al barrio rojo, al más famoso barrio del mundo en asunto de prostitución. Inconfundible y libertario, sarcástico, elegante, raro, lúdico, imaginativo, y no se cuantos calificativos más. Los nombres sobre los marcos de las modelos, cortinas cerradas, aún no es hora de abrir la mercancía… me voy, el frío es muy fuerte para los que somos del sur… (mi mujer no quiere esperar un poco más)… Nos vamos.

Rembrant, su casa, sin comentarios. En ella una exposición de Maria Sibylla Merian, una mujer pionera, entomóloga con un trabajo a lo largo de su vida dedicado al estudio de los insectos que, francamente, me dejó perplejo. Si ya de por si todos los museos (Van Gogh museum, Rijks, museum, etc.) son un placer contemplarlo, pues éste, en particular, me llamó poderosamente la atención…¡vaya trabajo!

Me quedo pues con lo que digo al principio, Florilegio de Amsterdam, que en castellano para entendernos, quiere decir. Colección de trozos selectos de temas literarios… la parte literaria que cada cual escriba es Amsterdam en su conjunto. Con frío también puede gustar.

LOS IDUS DE MARZO


Nadie esta libre de que seamos presa de un buen, o mal, augurio.

En el calendario romano los idus de marzo caían en el 15 del mes de Martius. Los idus eran días de buenos augurios que tenían lugar el día 15 de marzo, mayo, julio y octubre y el día 13 el resto de los meses.

La fecha es famosa porque Julio César fue asesinado en los idus de marzo del año 44 adC. Según el escritor griego Plutarco, César había sido advertido del peligro, pero había desestimado las advertencias:

Lo que es más extraordinario aún es que un invidente le había advertido del grave peligro que le amenazaba en los idus de marzo, y ese día cuando iba al Senado llamó al invidente y riendo le dijo: "Los idus de marzo ya han llegado"; a lo que el invidente contestó compasivamente: "Sí, pero no se han ido".

Aunque el calendario romano fue sustituido por los días de la semana modernos alrededor del siglo III, los idus se siguieron usando coloquialmente como referencia durante los siguientes siglos. Shakespeare en su obra Julio César en 1599 los citaba al escribir la famosa frase: "¡Cuídate de los idus de marzo!".

Quizás a nosotros nos toque vivir unos mejores augurios, que es de lo que se trata, y seamos lo más felices después del circo vivido estos días. Lo mejor para todos, sinceramente, es lo que se debe de desear, y yo así lo proclamo. Pero el tema, que me interesa más.

El presagiar alguna situación nada apetecible, a nadie le agrada escucharla, pero hay una cierta población que vive de lo que dicen los horóscopos, visitan a videntes o escuchan los “lectores” de futuro, quirománticos, medio brujos/as, etc., esto sigue siendo una asignatura pendiente en nuestra sociedad. No seré yo el que intente cambiarla, hay muchísimas personas que tienen sus creencias en esto y las respeto, por supuesto, ¡Faltaría más!, pero no se puede vivir con estados de ansiedad por haber leído en un periódico que te tienes que cuidar porque tienes alto riesgo de enfermar. No es de lógica.

Sin embargo, a lo largo de la historia, y nuestras propias vidas, siempre hemos atendido a nuestro sexto sentido para atender o hacer ciertas cosas, por ejemplo el ir siempre por una misma ruta, hacer un cierto ritual ordenado con respecto a una situación, o incluso confiar plenamente en el azar cuando rellenamos una quiniela. Nuestra vida es un poco la respuesta a un idus, aunque no sea un quince del mes de Marzo, y por supuesto que sea para bueno ¡cómo no!

Por cierto, el escritor norteamericano contemporáneo Thornton Wilder es el autor de una hermosa y célebre novela epistolar homónima, que trata, en forma libre y con ciertas licencias históricas, sobre los últimos días de Julio César, por aquello de…¡librate de los idus de Marzo!

Yo no pienso igual, que venga con una muy buena Semana Santa para Cieza.

LOS PETALOS


No hay nada hermoso en la muerte, y mucho menos si es por odio.

Demasiada política ocupa el tiempo de todos estos días. No hace falta decir que es lo apropiado de estos cuatro años de no ponerse de acuerdo y, después de votar ahora, seguir con más de lo mismo. Gane quien gane.

Me interesa comentar lo que vivimos en el día a día, lo que se siente cuando ves lo que pasa a tu alrededor, más cercano o más lejano, pero que sabes que puede llegar a ser simplemente estadísticas, números, informes puntuales que se repiten de forma periódica y que justifican la nómina de quien los confecciona.

Quiero hacer un comentario, una llamada de atención, a las muertes por asesinato en lo que se denomina violencia de género. En un solo día cuatro mujeres, cuatro vidas, han sido segadas por la inaceptable manera de entender esa relación de los que se les denomina hombres, esposos o compañeros de esas infelices. No sé quien es más infeliz, si las victimas o ellos. Me explico más adelante.

Comentaba, en la Universidad con la doctora Marta Bruguet, con respecto a lo que podemos entender como “alimentación de resentimientos”. No quiero dar ninguna lección magistral, simplemente basar los contenidos para ver la realidad ante esta situación. El amor y el odio son sentimientos que llevamos dentro o al menos los manifestamos en momentos determinados. Un ejemplo lo tenemos en las parejas, cualquiera pareja seguro que ha experimentado esto. En un principio un amor desbordante, incontrolado, magnifico, no hay adjetivos. Poco a poco viene el asentamiento de la normalidad, de la rutina, y se sigue con una estabilidad emocional que se cumplimenta entre ambos de manera respetuosa, pero… ¿qué pasa cuando surgen las diferencias, los enfrentamientos de parecer, de carácter, de pensamiento, etc.? Vienen las ideas de “equivocarnos” por haber conocido a nuestra pareja, por casarnos con ella, etc., y ante esto, por el condicionante humano se pasa de esa situación de amor a una predisposición de odio, de rechazo, de enfrentamiento por todo y por nada. ¿Sigue el amor? No, posiblemente, ese concepto pase a ser que entienda, sobre todo él, que ella es “una propiedad”, ante esto, ese concepto de amor propietario se convierte en un elemento emocional que puede llevarle al extremo de matar, es lo que decimos vulgarmente “perder la cabeza”. Las pasiones amorosas se desatan para el bien, y las pasiones de resentimientos y desamor para esos tristes finales.

Una mujer, escribía yo para el citado seminario de esta doctora, es como los pétalos de una rosa. La amistad, uno de ellos, la comprensión, la entereza, la dulzura, el apoyo, etc., conforman esa hermosa flor que se consagra en una mujer. El odio, un agente agresor entre muchos, la indiferencia, el concepto machista, la agresión por que lo digo yo, son elementos que rompen esos pétalos. Necesitamos formar desde pequeños a nuestros hijos para que vean la realidad del amor y de que se puede vivir sin odiar, dialogando, por la libertad, por que se tiene que vivir en paz.

Para esa amiga, mujer, esposa, compañera, trabajadora, madre, hija…que vive oprimida y que sueña con vivir en paz, que sus pétalos sean los de la LIBERTAD.