Tuesday, December 25, 2007

¿Papa Noel? No gracias


Los personajes de Navidad no solo se queda en un rechoncho gordito de rojo asaltando casas.

Francamente, no lo llego a entender muy bien del todo. De siempre hemos esperado que lleguen estos días para desempolvar el Belén y ponerlo en el rincón del comedor. Antes con el papel azul oscuro de fondo, haciendo las estrellas de papel brillantes y con trozos de algodón sanitario para que imite a las nubes. Con las nuevas tecnologías llego el plástico y ya pocos, muy pocos, abandonan su tiempo tan ocupado para hacer el Belén, aunque sea en la esquina del comedor en donde apenas si se entra en todo el año. Esto es la globalización. Me explico.
Vienen desde occidente, que no es Oriente, unas ideas comerciales con un personaje, simpático, muy noble y que quiere a los niños mucho (¡ojo que no es pederasta, o pedófilo!). Una entidad muy famosa le cambió el color de su vestimenta de color verde por el de color rojo. Lo puso en televisión; hizo campañas impresionantes con el mismo; películas, cuentos, narraciones y todo lo que fuera necesario para que lo conociéramos en todo el mundo. Mr. Klaus o, más conocido, Papa Noel, empezó a meterse en nuestras vidas, en nuestros corazones y ya las cartas de los niños, que siempre eran para los Reyes Magos, los mismos comerciales se dieron cuenta de que se compraban antes y mas caros los juguetes, por aquello de la vista comercial, vende más Papa Noel que los Reyes Magos.
Nuestras tradiciones se desmoronan, caen en picado como la cotización en bolsa de algo que no sirve de nada y para nada. Yo bien recuerdo que el Belén tenía que tener muchos personajes, pero este solo era de los americanos o de los que viven en Laponia (vete tu a saber donde estaba eso cuando no teníamos Internet) allá por el polo Norte, donde hace mucho frío. Pero ahora, por el arte de lo que supone la globalización, nos encontramos a este personaje hasta en el Belén tradicional junto al que esta cagando el río (uno de los personajes que más llamaba la atención a los más pequeños).
Pasas por las calles y es ya una plaga de “papas noeles” los que están “colgados” de ventanas y balcones. Algunos tullidos, con la nuca partida, los brazos retorcidos, casi ahorcados por los cordones de luz, descuajaringados, decapitados incluso, escuchimizados o sobrecargados. Al fin y a la postre, un ejercito de personajes de saldo o liquidación de bazar chino, que emulan a un sindicato de ladrones permitidos entrando por las casas de los buenos vecinos. Es penoso que nadie se le ocurra ser un poco más original y poner una estrella, o un niño Jesús o una vela, o velas, que son algo más nuestro. Nos fijamos en los demás y como dice el refrán: La Ley la dictan los sabios y los tontos la copian. No es que la tenga mi vecina o vecino, es que como yo no sé que poner, pues pongo lo mismo y así, de seguir la cosa, los cacos no se marean mucho la perdiz, se visten de Papa Noel, entran a las casas, roban y…pasan desapercibidos totalmente.Atendamos a la tradición, UNA ESTRELLA DE NAVIDAD, EL POSTER DE UN NIÑO JESUS O UN NACIMIENTO, UNAS VELAS, UNA PANDERETA UNA ZAMBOMBA….lo que sea pero que se acerque a nuestras tradiciones, de seguir así en lugar de decir FELIZ NAVIDAD, pues diremos, como no, Merry Christmas!

Friday, December 21, 2007

CON LOS MEJORES DESEOS DE PAZ Y AMOR...

BEST WHISES OF PEACE AND LOVE...

DESDE MI VENTANA...

FROM MY WINDOW...

Friday, December 07, 2007

Los impuestos de la discordia


Quién tiene que pagar más y quién tiene que recibir más.

Hace mucho tiempo que el hombre vive en la tierra. Se entendía, más o menos, con sus congéneres y lograba, con sus acuerdos de honor el mantener una relación, digamos cordial. Se intercambiaba productos, hacía lo que se conoce como trueque, es decir yo te doy verduras por que tú me das carne, y cosas así. No existía el puñetero dinero, ni había que hacer cuentas largas con las que suma que te suma, y resta que te resta, de dejaban claro lo que tenías o lo que no tenías.

En esto que llega un listo e inventa, por el bien de todos, el que las cosas se regulen conforme a una lógica que, de modo legal, habilite la compra y la venta. Hasta aquí de acuerdo. Pero viene otro listo, (mucho más listo que el anterior) y apretando neuronas dice…El estado tiene que participar de ese movimiento de transacción ganando un poco para poder hacer cosas para el conjunto de la sociedad. Esto suena muy bien, solidario y todo eso pero… Apliquemos la situación a como se entiende la cosa según sea el sitio de pago, el de cobro y el de reparto. Y que conste que no soy economista, soy un simple contribuyente, pero que de vez en cuando piensa.

El gobierno catalán, y el de Madrid, son los que presumen de que más dinero aportan, por los impuestos, a las arcas del Estado. Esto es cierto, no cabe la menor duda. A partir de esta situación reclaman que les llegue más dinero en la redistribución que se hace después. Esto es, más infraestructuras, atenciones sociales, etc., pero… yo me preguntaba. ¿Dónde están las empresas más importantes del país? Pues todo el mundo sabe que en Barcelona (Cataluña) y en Madrid. Con esto apenas si digo nada, o no sirve de mucho, pero si digo ahora que…en Cieza se compra a casas catalanas y madrileñas, materia prima, servicios, productos de consumo, etc., entonces el impuesto que paga el ciezano se declara en esas capitales, con ello contribuye a que sean “muy ricas”, si entonces reclaman, tanto catalanes y madrileños, los políticos catalanes mucho más insistentes en esta cuestión, que el dinero que ELLOS generan repercuta en su comunidad, nos encontramos que CON EL IMPUESTO NUESTRO, se benefician de forma poco equitativa.

Esta claro, los impuestos ahora, y siempre, crean discordia. No estamos conformes con nada, y lo triste de esto es que la mierda de la política, en lugar de atender a todos por igual, se dedica a mira como lo hago para mí, y me importa un bledo lo que tu digas o tu tengas que decir. Triste.

No existe mejor forma que el impuesto de la Naturaleza, que sin avisar, sin mediar nada, manda una helada y te quita el 40% de tu cosecha. Una tormenta, que igualmente, puede inundar tu fábrica y dejarte con lo puesto. Y contra esto no hay nadie que discuta, pero si se pide la ayuda para volver a tener algo con lo que vivir. En eso que vienen los inútiles de la política pensadora y, según su criterio, te ayudan (con el dinero de todos) pero nunca lo suficiente.

Pues eso, que no piensen muchos listos que los demás somos muy tontos. Que hasta en sitios como en Cieza, por aquello de que lo necesitamos, compramos y pagamos cosas que son vitales y nos gustaría que los impuestos que se dan con esos pagos, pues en cierto modo que sigan volviendo a nuestros bolsillos, y sin discordia, por favor.

Crisantemos blancos


No es un rezo más a nuestros familiares ausentes, es un rito con diferente significado en otros lugares.

Las conmemoraciones que no son de nuestra cultura, cada vez más, se van abriendo paso entre nuestras gentes. Es el caso de “Jalogüín” (in english Halloween) a la española. Que no consiste en salir por la calle pidiendo “candies” golosinas o que te den un “truco”, digamos susto. No, ni mucho menos. Es vestirse de carnaval monotemático: terror y cosas que den miedo y/o relacionadas con la muerte.

Para muchos desinformados, esta fiesta es una “parida” made in USA, y es un error muy grave el pensar eso. Tiene unos cuantos siglos más que la cultura de los donuts y de los cow-boys que fuman cigarrillos de esos caros que te producen cáncer, pero que te visten de guapetón que no veas. Ya en Irlanda, hay leyendas e historias que nos llevan a tener miedos fundados y tradiciones que hablan de esoterismo, brujería y esas cosas, pero que por aquello de que hay que llevarlo todo a otros sitios, los ingleses e irlandeses, o lo que es lo mismo, los hijos de la gran bretaña, llevaron esta tradición a las colonias americanas. Y es que con poco nos conformamos los de sangre latina y calentorra para apuntarnos al jolgorio multitudinario, con disfraz en ristre, por la tarde para los pequeños, y por la noche para la adolescencia, como diría el sociólogo Tarde, en multitud y no en masa, y es que ellos saben divertirse y no todos lo hacen de mala forma, pero los tenemos que rinden culto al alcohol sin miedo a que el traje que llevan sea el definitivo y la juerga termine en tragedia. Eso es el mal nuestro de cada día y nadie lo remedia, por eso lo insisto. La fiesta de Jalogüín ya forma parte de nuestra cultura, como los restaurantes denominados de comida rápida, por otros con el apelativo de “basura”. En eso consiste la globalización, y ahora con poco nos apuntamos a un Jalogüín o a una “batucada brasileira” o a un concierto de percusión africano y por qué no, a una exhibición de teatro mandarín aunque no entendamos un pijo, nos parece genial y eso habría que hacerlo en el pueblo todos los años… somos así.

Sin embargo, nadie puede quitar lo tradicional, ni ideales políticos ni pensamientos de otras culturas o religiones, por desgracia ya son muchos los que venidos de otros países comparten, en la distancia el día primero de Noviembre. En México es día de inocentes y de muertos, y acuden a los campos santos a rendir homenaje, heredado de nuestra cultura. Aquí, nosotros atendemos, por igual, la memoria de quienes ya no están con nosotros y son las flores del tiempo, entre ellas el crisantemo, el que viste y ornamenta, en todos sus colores y variedades, las diferentes hornacinas, lápidas o panteones de tantos pueblos. Son un lenguaje sencillo para expresar el respeto y el amor, y por aquello de su significado, en Japón, dicen, es igual pero para la persona a quien se le pide que sea su esposa o esposo, con un simple lenguaje de flores, la del crisantemo en este caso blanco, estamos diciendo, o mejor, expresando, sentimientos, emociones por algo y por alguién, aunque las diferencias son bien notorias, en ambas esta el respeto y el amor.

A quienes no están ya junto a nosotros, a quienes amamos y saben que es un día para la reflexión y el encuentro. Un crisantemo, si es blanco, ¿puede decir tanto?

Friday, November 02, 2007

Solidarios y violentos


No es una cuestión de raza, ni de credo, ni de pensamiento político, es una cuestión moral.

Ya nos deja indiferentes hasta las imágenes que representan la parte más violenta del ser humano. Es lógico. Todos los días se mantiene el hilo informativo con las exclusivas sobre actos delictivos en donde se reparte, de forma generosa y sin límites, las acciones violentas que se renuevan en un catálogo actualizado, deforme, repugnante y que no tiene límites. Bueno, pues a pesar de eso, como digo, no nos supone nada de nada el contemplar la última, la más extravagante, más idiota y que, además, sirve de caldo de cultivo para la clase política.
Me quedo como ejemplo la de la chica ecuatoriana y el individuo que, al parecer, esta en tratamiento psicológico. La forma de actuar de este ser, fuera de lo normal, no voy a inventar nada nuevo, es bastante enriquecedora, aunque aparentemente sea fuerte y contradictorio este calificativo, para que tomemos conciencia de lo que podemos llegar a sentir si seguimos en esta línea de “sensacionalismo periodístico”.
Es cierto que todo este tipo de actos es repulsivo, y que merece una atención judicial más adecuada a la que en su momento se tomó. Por otro lado, el seguimiento y evolución de la posible anomalía o trastorno que presente el agresor debe de estar encima de la mesa, no ya de su psiquiatra o psicólogo que le atiendan, de los servicios sociales y de la propia policía para “estar al tanto”, cosa que ya vemos que eso es un sueño, y no por que no quieran las autoridades, es que son tantos los casos a considerar.
Han bastado unas imágenes para que todos, absolutamente todos, dispongamos de nuestras más disparatadas opiniones o, en nuestro propio estado de ánimo, pensar lo que se le debía de hacer a este personaje, y, piensen lo que piensen, hay otros muchos que incluso se habrán divertido viendo la patada a la chica. Esto es una evidencia que se constata todos los días. El fenómeno de los golpes, de las agresiones, o vejaciones, cuando se ven “colgadas” en la red, generan una situación emocional muy grande en una población de jóvenes que encuentran en estas acciones una representación de su pensamiento, de su ideal y de cómo entienden la vida.
El aspecto solidario se ve cada día más mermado, en grave crisis social. No paramos en la carretera a nadie para ayudarle, incluso como se ven en las imágenes, el joven que esta contemplando la escena, ni se inmuta. No somos capaces de reconocernos en nuestros valores, ya no digo educación, porque este apartado de atender y ayudar al prójimo ha quedado en los textos de las enseñanzas religiosas. Sentimos miedo, no queremos meternos en líos, aunque veamos que hay seres que sufren o que están siendo atacados con violencia. Nos quedamos quietos, y si somos solidarios, el valor que nos honra, entonces, recibimos un golpe que nos quita la vida, como le paso a otro joven que, para ayudar a una chica que estaba riñendo violentamente con su pareja, el joven, por su acción, recibió un puñetazo que le costo la vida.No sé que es mejor, si reírme con los jóvenes viendo las “hostias” o defender al inocente, al indefenso. Haga lo que haga, seguro que no estaré feliz si no logro, primero darme cuenta de lo que supone contemplar esas imágenes y tomar medidas, y en segundo lugar, pase lo que pase, la ayuda al prójimo es un deber inexcusable y sin duda muy humano. Menos burocracia y más acción profesional para atajar esta progresiva situación.

Thursday, September 27, 2007

El olor de mi tierra


El juego que ofrecen los sentidos alcanza límites insospechados. Oler melocotones de Cieza después de mucho tiempo lejos de la patria “chica”, es algo indescriptible.
Apenas habían pasado las seis de la tarde cuando llegaba a mis heredades en el Tamarit. El viento ya daba algo de respiro a la tarde calurosa, cargada de sofoco y que un poco antes no era posible ni respirar. Nos quejamos de vicio, tanto del calor como del frío, pero es lo que nos sirve para reconocer en que época del año vivimos.
Los árboles están bastante cargados del preciado fruto que acredita a Cieza, los melocotones. No es que sean muy grandes, pero por la experiencia de otros catadores previos, hay que darles una buena nota por su sabor, aunque no por su tamaño. En unos veinte minutos hay dos cajas en el coche. No cabe más que la capaza con otros tantos kilos del gustoso fruto.
En casa, al llegar, no hay tiempo de colocarlos en recipientes para que aguanten unos días. En varias bolsas son redistribuidos, sin coste alguno, entre vecinos y amigos. Unos 35 kgs. Son digeridos por otros estómagos, que, como dice el refrán, “A caballo regalado, no le mires el diente”, se quedan prendados, dan las gracias, por lo que cívicamente corresponde, pero al cabo de dos días, las gracias se oyen con mayor acento y reclaman eso de ¿Cuándo vas a volver a traer más melocotones de esos tan buenos? Por supuesto que no doy respuesta fija.
En estos menesteres, quiero relatar una anécdota con una de esas bolsas melocotoneras. Mi mujer, Rosario, trabaja con una compañera de Cieza, Isabel. Como otros ciezanos, esta buena amiga, compañera mía en el Instituto de la época de los “prs…teintitantos” (guardo cortesía para la edad), es ahora coparticipe con mi mujer en un centro de Murcia. En esto que, convocados para una última reunión de trabajo antes de cerrar el curso, se presenta con la bolsa melocotonera a la pródiga ciezana. Su gusto es mayor por los albaricoques, pero al abrir la bolsa y oler, exclama… ¡Qué bien huele mi pueblo! La mente se conectó a la memoria a largo plazo y el simple olor de los frutos, provocaron el recuerdo de cómo huele su pueblo. Y no es precisamente el que Cieza huela a melocotones ¡ojalá!, es que con las percepciones y sensaciones de los olores, en este caso de los melocotones, somos capaces de reconstruir cientos de imágenes y momentos que se han vivido en cierto momento.
Los humildes melocotones aportaron el recuerdo, el volver a épocas lejanas o próximas, pero centradas en la cotidiana vida de uno de entre los muchos ciezanos o ciezanas, ahora lejos. La cosa no termino en la simple entrega y primer contacto con los melocotones. A lo largo de la comida, así me lo narra mi mujer, Isabel abría la bolsa y volvía a decir…¡es que huelen tan bien! O ¡Son lo mejor de este mundo! O simplemente ¡La olor de mi tierra, de mi pueblo es inconfundible!
¡Qué los disfrutes Isabel! Y para aquellos que están lejos, que por Internet pueden leer esto, que sepan que los melocotones de Cieza, no solo aportan olores, también aportan buenos recuerdos cuando se siente su aroma. Aunque ahora muchos paisanos no puedan sentir estos olores, Cieza siempre tiene algo que se graba en la mente, y aunque sea con una foto de la Atalaya, de la ermita, la vista, usando otro sentido, también nos aporta esas emociones que nos evocan el pueblo.

Saturday, September 22, 2007

El sabor amargo del mebrillo


Como el amarillo manjar, amargo o dulce, son algunos días de nuestra vida.
Ya se ciernen nubes grises, no muy compactas, pero que invitan a que el cielo cambie de color. Posiblemente, como casi siempre, sean un engaño de los que nos tiene acostumbrado el cielo, bueno no precisamente el cielo, la forma climática en la que vivimos, digamos simplemente eso. El aire se va notando mucho más agradable, ya no quema, es más suave, con cierta acritud deja que la temperatura sea más benévola.
Los días se van acortando, se acerca el final del verano. Ya quedan pocas sombrillas por las playas, las de los más rezagados, los jubilados y los que, en estos últimos días, quieren disfrutar de sus vacaciones, no tienen niños, sino estarían preocupados con el inicio de colegio.
El vivir el día y el ahora, es decir “soy yo, ahora” es lo que nos limita en nuestros pensamientos en nuestras ilusiones. No quiero ser pesimista, pero cuando nos suceden cosas, unas veces buenas y otras tristes, así nos sentimos y lo manifestamos, pues bien hoy es uno de esos días en los que no es precisamente de los que las alegrías superan a las tristezas. En la mayoría de noticias de los periódicos prevalecen también las malas, posiblemente sea ese nuestro mejor modo de vida, y es que, aunque no lo solicitamos, lo tenemos ahí, lo vivimos en el día a día.
Posiblemente el símil comparativo no sea el más apropiado, pero influye hasta el día, el momento en que vives, cuando te dan esas malas noticias. El membrillo, vistoso en la mayoría de los casos, como nuestro propio físico, nuestra imagen externa. Con su piel fuerte, verdosa y amarillenta, que nos ofrece un olor profundo, tan nuestro. En crudo es amargo, áspero, que te deja la boca como de cuero. Cambia su sabor, su color, cuando el calor se le aplica.
Posiblemente, como digo, no podamos desprendernos de nuestra condición de ser humano, de vivir en esta naturaleza y nos guste o no, por calor, por las cosas de la vida, por los sufrimientos, por el trabajo, por querer lo mejor para nuestros hijos, por luchar por una vida digna, por recordar a los seres que nos protegieron cuando éramos jóvenes, por lo que sea, nos dicen que una persona, más o menos próxima, familiar o amiga, querida o simplemente recordada, nos dicen, reitero, que tiene cáncer. Entonces nos damos cuenta de que ser “yo y ahora” es la evidencia de que vivimos para morir. ¿Para qué las discusiones? ¿Para qué los amores no correspondidos? ¿Por qué tanto sufrir por…? ¿Por qué?
Da igual el nombre, no quiero personalizar mi personaje, a los que, como este ser humano con el que me unen lazos indestructibles, quiero dedicar estas líneas del silencio. A ellos mi más sincero reconocimiento, mi total afecto y cariño por todo lo que son.
Las tardes de olor a membrillo se pierden. Las noches de hospital, de suelo gris y pared blanca, en la soledad de cada habitación, sobre las camas el sufrimiento, junto a ellas los que aman y de negra vestidura, impía y descarnada, la que desde que nacemos nos acompaña.
Los recuerdos de ellos están en nosotros, y nosotros formamos parte de su recuerdo. Su memoria es nuestra memoria. El amor que nos une es el sello de que fuimos, somos y seremos algo más que simples mortales.

A los que sufren enfermedad.

Friday, September 21, 2007

Asignaturas "cojoneras"



Siempre que un gobierno se mete a “profesor” provoca recelos y enfrentamientos.

No hay año que pase que, cuando comienza el curso, se de alguna que otra noticia de relevancia o alcance sobre lo que supone una buena formación (que no educación) de nuestros jóvenes.
Este año nos ha llegado, como elemento gestado y predispuesto desde los ámbitos políticos, una asignatura que, por su título, no podemos decir que sea mala. Diremos que ni es buena ni es mala, ni todo lo contrario. Lo triste de esta cuestión radica en eso, en que proviene de un sistema de gobierno y esta elaborada para ser “escuchada” no tiene espacio o elementos que dejen al joven pensar (pensamiento reflexivo de John Dewey-psicopedagógo). A diferencia de las Matemáticas o de la propia Filosofía, los argumentos surgen del pensamiento, de la búsqueda del conocimiento, y no sirve de nada tener una u otra religión o ideología o raza y cultura. Esto nos tiene que dejar bien claro que, una asignatura y su paradigma, son elementos de formación, de alcanzar conocimientos y de participar en conceptos y desarrollo formativo, siempre bajo una jerarquía apolitica, sin aportes extraños que no sean de su contexto y que, en sus contenidos no figuren diferenciaciones en base a uno u otro pensamiento, cultura, religión, etc.
Hace ya unos cuantos años, en el sistema educativo español, como no podía ser menos, había una asignatura de contenidos políticos totalitarios. Era lo que teníamos en base al sistema de gobierno que nos regía. La citada asignatura se denominaba Formación del Espíritu Nacional (FEN), y la impartía un profesor que pertenecía al Movimiento Nacional. Todo esto ya es historia, no hay que darle más importancia que la de ser un hecho en nuestra historia educativa. Los contenidos se acercaban a “dar a conocer” a los jóvenes los principios y las bases del pensamiento político de turno, es decir, el que reconocía a un régimen dictador, sin democracia. Aquello se daba, lo aprobabas o no, y punto.
En este curso, sin hacer símiles comparativos, viene a suceder algo similar. Desde algunos sitios se le da una defensa a ultranza por lo que en ella, en la denominada Educación para la ciudadanía, se pueda “enseñar”. No creo que tenga nada nuevo que decir que no digan los profesores en clase: educar en valores. Al estar realizada desde el punto de la ética, pero sujeta a los principios de autores expertos en diferentes ciencias, no es una “ciencia” reconocida como lo pueden ser la Matemáticas. Y si encima esta bajo los auspicios del gobierno de turno, que considera que esto es importante de dar en las clases, pues entonces no hace falta mucho para que, sea buena o mala o todo lo contrario, esta asignatura no sea bien recibida ni tenga un reconocimiento apetecido.
¿Qué va a suceder en las clases ahora? El lío está en marcha, los que quieren que se de y los contrarios, que en su derecho democrático, pueden alegar que no tiene que considerarse los contenidos que llevan y que además no sean necesarios, ni evaluables, ni nada de nada. Que la escuela de por sí, la familia, la propia sociedad, ha de ser un buen sistema que aporte esos puntos de EDUCACIÓN (que no formación) para la ciudadanía. Pero que sea para todos igual, no con “toques” raros según en que parte de lo que queda de España se dé.
No hay consenso, será pues que nos falta mucha Educación, ¿para ser ciudadanos? Con ir al fútbol los domingos y oir gritos y tacos, o en la carretera o simplemente en las calles, basta para darnos cuenta de que hace falta una asignatura como esa, pero ¿quién es el guapo/a que la lleva a la práctica y que a todos guste?Es que no pueden existir asignaturas que denominamos “Marías”, ni “hueso”, pero mucho menos que generen discordia.

Tuesday, September 11, 2007

El silencio de la Libertad


Los nombres, sus edades… Sus vidas son el precio de nuestra Libertad.
Este verano he decidido conocer de cerca el denominado “Day-D”, el desembarco de Normandía. Para nosotros, los españoles, estos hechos reales nos suenan más a película (“El día más largo”) y nos llegan muy de lejos a nuestros sentimientos. Es natural, no hay familiares entre esos miles de muertos.
De cualquier forma, el viaje, estudiado y trazado para disponer de la mejor información de lo que en ese territorio galo sucedió, ha sido diseñado con muchos datos que se puede encontrar fácilmente en Internet. Es bueno conocer la Historia de lo que ahora (y de siempre) formamos parte: Europa.
Todo lo que queda de aquellos días refleja la inutilidad del hombre. Aunque parezca mentira, los hechos épicos están fuera de contexto cuando ves que hay, en unos pocos kilómetros de distancia, tumbas de unos jóvenes, sean de donde sean, que fueron llamados para luchar por un ideal. Ambos pensamientos, seguro que no tenían que ver nada con sus ideales, pero los hechos de aquellos días, la situación política y las aversiones que Europa vivía, fueron lo suficientemente fuertes como para ser reclamados para la lucha, para la guerra y, por ende, morir en unos combates a los que nunca se debía haber llegado.
Casi doscientos mil hombres por mar de todos los países aliados, otros veinticinco mil paracaidistas y otros tantos de infantería. Durante dos semanas dieron un cambio a la guerra y a la Historia. Pero… todo tiene su pero: Estos hechos costaron muchas vidas.
El silencio de la Libertad lo encontré en varios sitios, dos principalmente, de los que mi reflexión tiene que servir de algo. Por un lado un pequeño cementerio inglés, el primero que visité, encontrado casi al azar cerca del famoso “Puente Pegaso”. Su cuidado césped, su silencio, me estremeció de forma notable. Comentaba con mi hijo. ¿Para qué sirve una guerra? ¿Quién provoca las guerras? ¿Quién quita o manda quitar la vida en nombre del honor o de la patria? En ese cementerio, sobre las lápidas, habían inscripciones que te ponían la piel de gallina: “… John, muerto en combate. Tu hijo al que no viste nacer”. Firmé en el libro a la salida. Intacto, respetado, ni un arañazo en ninguna de las lápidas. El respeto. El silencio.
Muchos creen que el desembarco es cosa de USA, que por cierto, les guste o no a muchos antiamericanos, gracias a ellos y otros tantos, como los polacos, canadienses, ingleses, belgas, entre otros, hoy gozamos de una libertad que, posiblemente, no hubiera permitido ni tan siquiera su nacimiento, y ellos vinieron de su país, por voluntad propia, y poco petróleo o ganancias había en una Europa destrozada. Así es la realidad y así hay que decirla.
Desde Caen, dirección a Ste, Mere Eglise (la famosa localidad del paracaidista John Steele colgado de la torre de la iglesia), está La Cambe, y en la misma autopista, se sitúa el más grande cementerio alemán, con sus cruces negras de distinto tamaño. Otro lugar de silencio, de respeto, en el que cada día hay flores nuevas y visitas de familiares que veneran a sus caídos, no pueden ocultar su dolor por aquellos hechos a los que, estos jóvenes, también tuvieron que perder la vida. El fanatismo de un loco. La creencia de la única verdad. Frío en la mañana del 24 de Agosto, San Bartolomé. Siento algo extraño que no puedo describir. Paseo en silencio por la hierba húmeda. Me cruzo con un grupo, alemanes, de mediana edad y mayores, me miran y miran al suelo, como arrepentidos, tristes. Digo buenos días en español, en francés y en inglés. Varios me miran con una leve sonrisa… Hay algo en ellos distinto, quizás sea el estar visitando el lugar donde yace algún familiar, no lo sé. El aire expresaba PAZ, mucha paz.
En honor a los muertos americanos hay dos, uno, el más conocido, pero no más importante, es el situado cerca de la playa de Omaha (la sangrienta) es el de la localidad Colleville-St. Laurent, la cual acoge en su tierra, actualmente suelo americano donado por el gobierno francés, a 9.386 soldados, ciudadanos de Estados Unidos, con nombres tan particulares como Tomas Martzesky, o Juan Diego López, Joe Ryan, y otros americanos, que allí entregaron su vida. Personalizado sobre mármol cada nombre, los de aquí y los de los otros 27 cementerios repartidos por ese territorio, hasta Granville en donde hay 650 polacos. Desde el día 6 de Junio de 1944 hasta el 31 de Agosto de 1944 que se libera París, hay mucho que aprender, lo primero recordar para no volver a hechos como estos y reconocer que el honor, las ilusiones, los valores del hombre, muchas veces se ven truncados, pero permanecen inscritos para siempre en lugares como estos, en donde, seguro, que te has de encontrar, desde esas lápidas, cruces o estrellas, con El silencio de la LIBERTAD.

Friday, July 20, 2007

El reloj frente a la arena


¿Qué es mejor, saber la hora que es o vivir despreocupado de ello?
C
uando uno esta de vacaciones, si es que estar de vacaciones corresponde a ese tiempo en el que no trabajas en tu ocupación normal pero te das el “tute” en otras labores de bricolaje o conduciendo por esas rutas culturales del patrimonio de la humanidad, entonces tengo que decir que pocos son los que de verdad están de vacaciones en el amplio y completo sentido de la palabra.
No es nada extraño que en ese periodo vacacional que ahora muchos disfrutan, merecidamente, se encuentren con situaciones curiosas o con momentos que son, como mínimo, para recordarlos por sus geniales o particulares connotaciones que los hacen bastante curiosos.
A veces se queda uno mirando a una escultura en una plaza y cerca de allí un guía le explica al grupo (en español para que quede más claro), las leyendas, historias y mitos que son muy importantes; por la escultura y por la ventana del edificio de atrás, unos elementos tan novelescos que, si no fuera por las leyendas, la mitad de monumentos se quedarían en simples signos de algo que sucedió hace tiempo y que implicó al personaje que en cuestión preside la citada plaza. Esos elementos nos hacen viajar en el tiempo y vestirnos con sus modas, retroalimentar el conocimiento de esos momentos o, de forma más interactiva, casi ser participes de los hechos que en ese lugar acontecieron, aunque no tengamos ni el más mínimo rasgos de esas gentes o conozcamos, con mayor profundidad, su cultura. Como quiera que sea, disfrutamos en ese momento del tiempo, de que el reloj se ha quedado petrificado y desde esa ventana, desde esa plaza, con la figura en cuestión, nosotros somos parte de esa historia, al menos por esos breves instantes en el que cicerone explica los hechos que allí sucedieron nosotros somos un simple segundo de esa genial historia.
Esto ocurre cuando vamos con pantalón corto, cámara fotográfica, camisa escandalosa y gorro o sombrero estrafalario. Nuestro macuto con pequeños enseres y algo de avituallamiento y con un mapa de la ciudad en donde no tenemos ni pajolera idea de donde estamos. Pero si de tradicional estancia en la playa hablamos, entonces la cosa es bien distinta.
El reloj no existe. Te levantas cuando te da la gana. El desayuno da igual que sea café que leche. No sabes si almorzar o por el contrario ya es la hora del aperitivo. Te bañas, si puedes. Vuelves a casa, comes y duermes la siesta. El reloj se ha quedado en un rincón de la mesa, donde está todo lleno de trastos, perdido, inaccesible... y lo único que funciona es el reloj circadiano: cuando tienes hambre, comes. Cuando tienes sueño, duermes.
Así estaba yo de feliz en mi paraíso “on the beach”, cuando en uno de mis paseos nocturnos, observo en una fachada de una mansión de cierto poder adquisitivo y en primera línea de mar, una luz circular, blanca intensa, con unos “palotes” en negro. Muy a lo lejos creo que es lo que creo que es. Me acerco para comprobar mis dudas. A unos cien metros de la citada vivienda, mis sospechas se hacen realidad: En la fachada que mira a la playa del Castillico en Santiago de la Ribera, observable desde más de 200 metros de distancia, como si de un faro se tratara, hay un reloj tipo campanario o ayuntamiento, el cual provocando a la arena, -antiguo material relojero- y a los que no queremos saber la hora que es, mostrando sus saetas en movimiento constante nos insulta altaneramente con su grandeza y luminosidad.Ahora no hay que preguntar la hora al señor o señora que se mete en el agua con su reloj sumergible. Por las noches no hace falta saber que hora es para irte, o no, a acostarte, sobre todo si pasas por las proximidades del mismo. El susodicho artilugio, para joder la paz del no tiempo, te hace que gires la mirada y veas que a las 12:45, mientras te bañas y que a ti te apetece que sea la hora del vertmouth, pues para la parienta, que fija su mano y dedo indicando al monstruo del averno, sea entonces la hora de no tomar nada de nada, que falta una hora y cuarto para comer...¡y sin rechistar!. Esta es una entre no se cuantas otras más. ¡Jodío reloj frente a la arena!
Nota.- La imágen corresponde a un reloj antihorario.

Friday, June 22, 2007

Las Calles de Lorquí

No sería más de las dos de la madrugada, ando solo. Simple y llanamente solo. Mejor dicho, acompañado de una noche tranquila, con un cielo raso y una temperatura para refrescar los acontecimientos que, no hace muchas horas, se habían vivido. Voy paseando y revivo en mi cierto pensamiento…

Lorquí es un gran pueblo pero, a su vez, pequeño. El breve espacio geográfico no significa nada con la grandeza de sus gentes. No me refiero a que sean grandes de altura físicamente o que en ellos exista una herencia de estirpe de grandes de España o algo por el estilo. Su grandeza, la de sus gentes, reside en su gran espíritu de trabajo, de hospitalidad, de sencillez y de alegría, y en eso estamos todos de acuerdo.

Ahora, al pasear por sus calles silenciosas, en las que las lumias casi soñolientas de farolas que invitan más al romanticismo que a no tropezar con la baldosa suelta de turno, mi pensamiento viaja entre esos recónditos pasajes de aquella niñez en la que todos, de alguna manera, hemos vivido tan intensamente. Juegos, amigos, personas mayores que nos decían que si esto, que si lo otro… Las calles guardan esas cosas tan importantes con las que nos hemos ido haciendo mayores. Aunque pasan los gobiernos por el ayuntamiento, las calles, que configuran el pueblo, siguen contando historias muy importantes. Ahora hay otras nuevas, las que hacen que Lorquí crezca, tienen otro suelo mejor, pero no pueden cambiar la historia, por muchos adoquines y asfaltos que le pongan sobre el que tanto han vivido el de las viejas, y que, si pudieran hablar… ¡nos podrían decir tantas cosas…!
Me dejo llevar por esos años de infancia y adolescencia, pero sigo paseando por las calles, silenciosas, engalanadas de historias, con algún que otro panfleto en el suelo del partido político de turno, con otros elementos que son simples abandonos de sus ciudadanos descuidados que saben que el pueblo tiene que estar limpio… Paseo y subo por escarpadas calles que llegan hasta lo que denomina Altos Moros. Contemplo otras cientos de luces, pálidas, en la lejanía y creo que son luciérnagas, o penitentes que pululan por los horizontes que se vislumbra desde aquella atalaya que Lorquí tiene. Unos ladridos lejanos, mezclados con el ruido molesto de un tubo de escape de moto me hacen volver al momento… Sigo mi andadura, sigo paseando por esas calles cargadas de historia, llenas de LIBERTAD, de lucha y JUSTICIA, de entrega, de alegría y de CONVIVENCIA… Y me pregunto, mientras puedo oir los sueños de los vecinos que duermen cerca de donde paseo, que aún no sé quién en encontró a quién, si Lorquí a mí o yo a Lorquí, lo que si estoy seguro es que nunca sentiré ajeno o extraño entre estas gentes, y te prometo, pueblo, que en tu noble tierra, la mía, la de tantos otros, la de Lorquí, me gustaría para morir.