Sunday, October 09, 2011

Homenaje a Juan Manuel Avellaneda

Han sido algunos los años en que hemos coincido en Sanje. Dos ciezanos y otro más, Joaquín, a quien hoy echaba de menos en tu homenaje. Da gusto encontrarse a la gente con la que la vida, disfrutando o padeciendo, se ha forjado en todos nosotros.
Viendo las fotos que pasaban, históricas, con lugares de Cieza, me venía a la memoria todo ese tiempo que se comparte y que pasó tan rápido, que apenas puede tener uno la memoria más acertada para recordarlo con total fidelidad. Eso sí, dos ciezanos en un sitio distinto a nuestro pueblo, con el mismo cometido: enseñar, o, por lo menos, intentar todos los días hacerlo lo mejor posible…
Las fotos, la mesa, los compañeros, los momentos que nunca se olvidan son ahora motivo de júbilo, de satisfacción por toda una vida de trabajo, de entrega y, como bien decía José Vicente, tu “antónimo” sindical, siempre juntos, siempre en el mismo cometido de buscar lo mejor para los alumnos. Eso te honra, como seguro a tu padre le ha gustado, desde el cielo, oírte. Muchos ausentes y los presentes que, como bien han demostrado, son parte de tu singladura y para quienes ya no eres algo que llegó desde Cieza, sino que eres el compañero Avellaneda, el amigo, el intrépido, el “manitas” o, incluso, con cierto celo periodístico, un “intruso” reportero.
Es momento de recoger tizas, de apartar libretas y de colgar la bata blanca, el guarda-polvos. Más de uno te ha identificado al final, como pasa con todo, al verte con la bata blanca.
Ahora ya no notan tus pisadas los vetustos pasillos de Sanje, o las mesas de tu aula guardan el eco, silencioso, de tus clases. Alumnos que han participado, ahora profesores, en tu homenaje, muestra evidente de que has sembrado. Ahora toca recoger frutos y dispensar al tiempo.
Me quedo con las palabras, como le decía a mi muy apreciada compañera María José Riquelme, de un autor francés que, a sus ochenta y pico años, al pasar por delante del espejo se le ocurrió decir: “¡Hay que ver cómo pasa el tiempo por este mueble!”
Y concluyo con Alejandro Casona, que también fue maestro, por lo vivido en tu paso por Sanje:
“Si perdieras un tesoro y te encontraras otro, ¿no volverías a esconderlo en el mismo sitio?”
Estoy seguro de que tú lo harías en Sanje.

HAIKUS PARA EL VERANO

Thursday, September 29, 2011

MI QUERIDA MAESTRA, MAESTRO


A quienes hicieron, y hacen, posible que el conocimiento sirva para el entendimiento, o esa es su intención.
La vida nos mantiene en constante estado de aviso, en vela por todas las cosas que nos pueden ser buenas o malas. La política, la sociedad, la economía, y todos esos elementos que forman parte de nuestra cotidianedad son precisos y beneficiosos, o perjudiciales, cuando los entendemos de una manera u otra.
Asi, según nos facilitan datos, información, comunicados, o simples noticias, nuestra mente, nuestro propio sistema ético, es capaz de desplazarse de un lado al otro, en favor o en contra. Partiendo de esto, veo necesario explicar, con toda claridad, sin ambigüedades, lo que supone ser maestro, maestra, en este y en cualquier país.
Un maestro, por lo general ha de ser vocacional, es algo que, como en medicina, se va a trabajar con los seres humanos y, como elemento esencial en el condicionante de quien quiere ser educador/a, se precisa vocación.
Teniendo en cuenta el primer punto, el maestro no trabaja, como dicen algunos medios, 15 horas y tiene tres meses de vacaciones. Es una mentira que se rompe con el siguiente argumento: El maestro tiene un horario de 38 horas firmadas, por convenio, con la correspondiente consejería, si es funcionario, o con la empresa, escuela, privada en su caso. Esto está a la vista de quien quiera. Las clases que imparte, el tiempo lectivo, es de 17 a 20 horas semanales, se recomienda que para grupos de entre 25 a 30, como máximo alumnos, para que la calidad sea lo mejor posible. Este año, aparte de los horarios crecidos, que eso no es problema, los grupos llegan, en algunos centros de secundaria, hasta 39 alumnos. Eso rebaja la calidad de la enseñanza mucho.
El maestro, la maestra, tienen su principal cometido en enseñar. Ellos hacen su trabajo lo mejor posible, pero pasa como en todo. Si voy al teatro y no me gustan los actores, ni me entero de la obra ni mi interés por la misma es el suficiente como para disfrutar y, ojo, haber aprendido algo de ella. Asi pues, el maestro enseña, con su mayor interés y voluntad, luego esta el alumnado que, si le apetece, aprende. A los hechos me remito. Son ustedes mismos, los que están leyendo este artículo, los que tienen capacidad de decisión sobre su proceso a lo largo de la etapa en que estuvieron en la escuela, o en el instituto, pueden argumentar si les gusta o no, si la profesión de maestro es privilegiada o son unos trabajadores más con sus problemas como el resto.
No somos, ni más, ni menos. Nuestro trabajo, con el ser humano, se agrupa a otras cuatro profesiones: El Juez, que juzga los actos que comete el hombre. El médico, que trata de prolongarnos la vida con sus recomendaciones sobre cómo cuidar nuestra salud. El agente de policía, que en cierto modo, nos dice que no debemos de cometer imprudencias o actos contrarios a la normal convivencia. El asesor espiritual, cura, iman, pastor, según cada creencia, que nos dice cuales son las vías para nuestra salvación. Por último el maestro, la maestra, que, conforme a lo anterior, nos enseña a que respetemos y cuidemos nuestro cuerpo para estar sanos, a valorar el medio ambiente y la sociedad en la que vivimos, a no tener que ir a un juzgado por delinquir, es decir, es elemental, en la formación y desarrollo del ser humano.
Ahora, cuando oigamos y veamos las noticias por televisión, ya tenemos otro elemento de juicio para valorar lo que está pasando.
Y por último, gracias aquel esfuerzo, en nuestra etapa infantil, de juntar letras y formar palabras, medio jugando, medio con una llamada de atención, siempre con ternura, ustedes pueden ahora leer este, y otros, artículos por aquella enseñanza-aprendizaje.
A Dñª Luisa, mi maestra…
A Dñª Pepita Semitiel, Dñª Alicia Montes, D. Isidoro Ruiz, D. Antonio Fernández, D. Antonio Penalva (Chichas), D. Fcº Barceló, D. Antonio Salas, y cuantos me enseñaron, y a tantos otros del pueblo, D. Julián, D, Manuel Avellaneda… que a tantos ciezanos nos enseñaron a ser lo que somos.

Sunday, September 04, 2011

La sombrilla varada


            Cae la tarde en una de las muchas playas que han dado acogida a tantos veraneantes de todas las lenguas, de mil ideas y de no se sabe cuántas creencias.

            Paseo por ella en su larga y llana distancia con el ánimo aún intacto por disfrutarla. A lo lejos, negras y altivas, viajan nubes amenazantes. Sopla un aire húmedo, pegajoso, de un atardecer que se niega a morir. En el poniente, el sol se abre hueco entre cúmulos que son emisarios de los aquilones embravecidos. Mientras, serpentinas de relámpagos anuncian la tormenta, que no me atemoriza; sigo caminando en la soledad de la playa.

            Comienza la lluvia, fuerte, empapando la arena. Intento, en vano, protegerme en un chiringuito de madera del envite feroz, que amenaza con convertirse en granizo.  Pero, por fortuna, la tormenta pasa fugazmente y deja paso al aire limpio, a una atmosfera distinta. El sol sigue luchando entre las colas de los nubarrones; aún tiene la fuerza de la que ha presumido este mes.

            En el camino, una figura informe sobre la arena llama mi atención en el mar de soledad de la tarde. Me acerco con el ansia del náufrago y descubro una sombrilla destrozada. Ahora inerte, sin valor, ¿qué no habrá presenciado tantos días atrás? ¿A quién no habrá protegido? ¿Qué libro no habrá descubierto sus páginas al amparo de esa loneta ya descolorida? Quizá incluso alguna pareja tiene su juramento hecho siendo testigo el vástago que soportaba a tan famélico parasol. El niño de piel suave, el lector o la pareja asoman como una letanía entre el amasijo  de alambres con tela bicolor en franjas azules y blancas hecha jirones.

                Mientras me alejo, una gaviota se posa en el túmulo de recuerdos estivales. Parece que busca algo. Lleva en su pico algún objeto que no llego a determinar. Vuela y se confunde con el oro rojizo del ocaso, reflejo en las salinas que hablan de otro mar. No sé lo que lleva, pero quizá se trate de aquel pacto de amor, del sueño del niño o de la aventura de aquel libro que alguien leyó…

Wednesday, June 08, 2011

FOTOS DE PRIMERA PLANA

Algunas fotos no venden, no son “noticia”. En esta columna si lo son.


¡Circulan por la red tantas cosas! La mayoría son chorradas que te hacen reír un rato, levantan el ánimo y te hacen descansar de lo cotidiano. Otras son auténticas “digestiones pesadas” de imágenes y textos que te pidan que lo reenvíes y hagas no sé cuantas tonterías para que no te de mala suerte o te toque la lotería. Casi siempre las borro. Me quedo con las buenas de mis amigos que me conocen.
Algunas son sensibles, demasiado y que, en ocasiones nos toquen la vena para que nos demos cuenta de que vivimos en un mundo cargado de situaciones que no nos gustarían que nos pasaran. Las enfermedades, las penurias, y quienes envían esto piden, ruegan, pero nadie se hace solidario, la red no es la calle que te ven si echas un donativo, aquí borras el envío y basta.
La que ahora quiero hacer referencia, es una imagen que, en su sencillez, muestra la calidad humana y lo que supone una foto, una simple foto. Vemos en los periódicos, en la actualidad, en una revuelta juvenil por ejemplo, que, el fotógrafo comercial, busca un momento y un individuo que señale un estereotipo concreto para que el lector asuma el texto redactado con la imagen. Sirva de ejemplo las manifestaciones de los funcionarios el pasado invierno. La foto: Un presunto funcionario tirando huevos contra la fachada del presidente Ramón Luis. Esta imagen sirve para que la opinión pública asocie a “impresentable tirando huevos” con el colectivo de funcionarios. No se le ocurre poner una foto de un médico atendiendo a un paciente, o la de un niño cogido a la falda de una maestra pidiéndole que le atienda, que necesita ayuda, esa foto no vale, no vende.
Volviendo a “mi” foto, que aquí veis, esto  si tiene mensaje claro y real, merece la pena que sea noticia, es de total actualidad para que el ser humano se conciencie de que no es tan ruin ni tan insolidario como a veces lo pintan, sobre todo con los soldados, muchas veces en auténtica misión de paz, y no porque lo digan los políticos.
El contenido que aportan con la foto, lo dejo tal cual lo he recibido.


Lo que todo periodista honesto debería enseñar... Pero esto no se vende.


Una bella foto de guerra! Es el otro lado de la guerra, y es emocionante!
El corazón de un soldado = El corazón de un hombre, de un padre...
Esta historia es dura, pero muy reconfortante para el corazón, cuando miramos esta foto de John Gebhardt, en Afghanistan. La esposa de John Gebhardt, Mindy, dijo que la familia enterade esta niña fue ejecutada.


Los insurrectos querían matarla también y le pegaron un tiro en la cabeza...pero por suerte fallaron y no murió. Ella fue cuidada en el hospital de John y está en vías de curarse aunque llora y se queja.
Las enfermeras han dicho que John es el único que logra calmarla, entonces John ha pasado las 4 últimas noches a tenerla en sus brazos y los dos duermen en esta silla. La pequeña se recupera lentamente.
John es un verdadero héroe de la guerra y representa lo que Occidente pretende hacer allí.
Esto, amigos míos, vale la pena de ser compartido con el resto del MUNDO entero. Animo!!!
No verás, jamás una cosa así en las noticias. El mundo necesita ver fotos como esta...
Hazla circular tu ahora también, cuando termines de leer el periódico, déjaselo a alguien para que pueda enterarse de esto.


http://elmiradordecieza.com/Miguel_lucas.php

Wednesday, May 18, 2011

LOS MISERABLES, de Juan Ramón Barat


LOS MISERABLES


Van vestidos con chalecos y cascos reflectantes y llevan una bolsa con botes de pintura o sprays. Forman grupos de cuatro o cinco individuos. La gente de Lorca los ve recorrer las calles, sorteando escombros, pisoteando cascotes, vadeando cintas y vallas que prohíben el paso.
Lorca, asolada por varios terremotos, parece una ciudad bombardeada y estos hombres del chaleco van catalogando los diversos grados de la catástrofe. Como si marcaran en un estadillo el número de ilesos, heridos, muertos y desaparecidos en una guerra macabra –valga la redundancia-. Lo indican con colores: verde, amarillo y rojo. Los del ejército (Unidad Militar de Emergencia) son unos verdaderos ángeles caídos del cielo, aunque no lleven alas y vistan de negro, porque se están dejando la piel en la tarea, arriesgando su vida al entrar en las casas que pueden venirse abajo de un momento a otro. Cuando se topan con el infierno de lo irremediable, le ponen un matiz fúnebre al asunto del cromatismo: pintan directamente con un círculo negro, que significa más o menos lo que el mismo color sugiere: pozo negro o cataclismo integral o muerte súbita.
Los hombres del chaleco reflectante o los del UME, decíamos, recorren la ciudad con los botes de pintura y marcan una cruz o un círculo en las fachadas o junto a las puertas de los edificios y las casas. La gente los rodea, los sigue, acecha sus movimientos, habla con ellos con el corazón encogido, el alma en vilo, los ojos al borde de las lágrimas, porque del color de la cruz o del círculo depende el nivel de la desgracia. Se puede entrar en la casa sin problemas, aunque haya desperfectos (verde); se recomienda no entrar o entrar con mucho cuidado, pero salir enseguida (amarillo); no se puede entrar porque las estructuras del edificio han sido gravemente dañadas y hay peligro de derrumbe (rojo); se prohíbe el paso, este edificio va a ser demolido en breve (negro).
Lo curioso del caso es que muchísimos de los edificios coloreados de rojo o negro son de reciente construcción. Como suena. Estamos hablando de uno, dos, tres, cuatro o cinco años de antigüedad. Algunos, incluso, aún no han comenzado a ser habitados.
El terremoto de 5,1 grados habido en Lorca a las 18:50 h. el pasado miércoles, día 11 de mayo, ha dejado al descubierto las miserias no sólo de los edificios sino de los arquitectos, ingenieros, constructores, maestros albañiles, contratistas, promotores y otros personajes del mundo del ladrillo, que nos han dado gato por liebre. No sé si el lector me estará entendiendo. En vez de poner 1.000 kilos de hierro para sujetar la estructura estos miserables han empleado 500 kilos. En vez de colocar hormigón o cemento armado, han usado arena tonta. Y así sucesivamente. Pero no contentos con esa estafa, se dedicaban a vender esos pisos treinta veces más caros de lo que a ellos les costaba. Dicho de otro modo, un piso podía costarle al constructor entre 50 ó 70.000 euros aproximadamente. Pues bien, los vendían por 240, 250, 260 ó 270.000 euros, céntimo arriba, céntimo abajo, según cómo y dónde, en las fechas en que fueron puestos a la venta. Es decir, en los años de las vacas gordas, previos a la gran crisis actual. Que el lector saque sus conclusiones.
Estos indeseables que se han dedicado a llenarse el bolsillo robando e inflando el mercado inmobiliario, conchabados con los banqueros y otros alienígenas corruptos de los que hablaremos otro día, son los responsables de la burbuja especulativa y de la bancarrota económica y moral en la que estamos sumidos. Pero no sólo eso. Como digo, el terremoto ha puesto al descubierto las miserias de los edificios de paja que estaban construyendo. Por si el lector no lo sabe, un edificio debe ser capaz de soportar el achuchón de un terremoto de unos 7 grados en la escala Richter. Y estos no han aguantado ni uno de 5,1.
¿Quiénes son estos constructores, promotores, ingenieros o arquitectos? Lorca no es tan grande. Pueden contarse con los dedos de las dos manos. Todo el mundo los conoce. De hecho, algunos cometieron la osadía de colocar una placa con su nombre junto a la puerta del edificio donde ahora los hombres del chaleco reflectante y los del UME han dibujado un círculo rojo o negro.
Estoy convencido de que si el célebre Víctor Hugo, uno de los más grandes escritores de todos los tiempos, saliera de su tumba, no dudaría en utilizar todo este material (de derribo y humano al mismo tiempo) para acometer la segunda parte de su famosa obra Los miserables.
Espero que esto no se quede en agua de borrajas, que es lo que suele suceder siempre en este país. Tal vez no sea una mala idea que los propios afectados, esos hombres y mujeres que han visto desmoronarse brutalmente su casita de papel –perdón por la metáfora-, acudan a los tribunales y presenten las demandas pertinentes para que se depuren responsabilidades civiles y penales. En algún lugar tiene que haber un juez dispuesto a hacer justicia –lamentablemente la frase no es un pleonasmo-. Estos miserables deben ser juzgados, y no sólo por lo sucedido sino también por todo lo que podía haber ocurrido. Porque si el terremoto hubiera dado un arreón un poquito más fuerte, sin necesidad de llegar a la magnitud de los 7 grados, Lorca no sería hoy una triste ciudad en ruinas. Sería un inmenso cementerio en ruinas.


Juan Ramón Barat
Escritor independiente


18 de mayo de 2011

Wednesday, May 11, 2011

UN TREN DE CERCANÍAS


El recuerdo imposible de borrar. Las horas y el momento de una tragedia que están en la memoria.

          Es un sábado de mayo normal, cargado de nubes y con lluvia en la ciudad de Alcalá de Henares. A lo lejos, desde la estación de ferrocarril de La Garena, en la misma localidad, se puede ver la capital del reino con unas nubes negras que amenazan tormenta. Ya se avisó, en el parte de ayer, que habría alerta amarilla por posibles lluvias fuertes y, posiblemente, también granizadas locales bastante perniciosas.
          Al llegar a la ventanilla, desconociendo el proceso, pregunto y me indican que puedo tener un billete de ida y vuelta en el tren de cercanías que une la ciudad Complutense con Madrid. Son cinco euros con treinta céntimos. La hora que marca el reloj de la estación: 08:30. En cuatro minutos, con la puntualidad casi británica, sale mi tren hacia Madrid.
          La lluvia se hace notar en los cristales. Una cortina de agua se desplaza con velocidad por el cristal empañado; las gotas se mezclan con el polvo y generan un tarquín que impide ver el exterior. Es un tiempo desapacible, más propio de invierno que de primavera, incluso la temperatura es algo baja; me protejo con mi chaqueta invernal.
          En el último vagón de los que componen el tren, tomo asiento. Junto a mí, una mujer de origen ruso (fácil de deducir su nacionalidad; lleva y abre un libro escrito en cirílico). No hablamos nada en todo lo que dura el trayecto. Es sábado, y parece que sale de trabajar de un hospital.
          Una a una van pasando las estaciones: San Fernando de Henares, Coslada, Vicálvaro y, al llegar a Vallecas, Santa Eugenia. Entonces, la tensión se apodera de mí. Recuerdo aquel jueves fatídico mientras me preparaba para ir a clase. La voz de Luis del Olmo daba la noticia macabra. Sentado en los trenes que conmovieron a una nación, que cambiaron la historia y rompieron la ilusión y esperanza de muchos seres, ahora sentía escalofríos.
          En el Pozo del tío Raimundo, puedo ver el monumento en piedra a las víctimas. Viajo con mi mente a la escultura que hicimos mi compañero José Juan y yo en el Instituto de Ceutí: “Vuelos de la Paz”. Miro alrededor y otros viajeros se percatan que busco en ellos a los que, por desgracia, pudieron ocupar asientos similares: un señor de mediana edad, bien vestido, leyendo; otro, dormitando con una camisa gris y una… ¡bolsa! Lleva la bandera alemana, parece también extranjero. Tres adolescentes, que van a pasar el día a Madrid, discuten del último derbi del Barça- Madrid. Me miran y ven mi cara un tanto desfigurada por el pensamiento.
          Vías y más vías configuran la entrada a la famosa y conocida estación de Atocha, una estación muy familiar para mí; ya en mi niñez había paseado por esos lugares… ¡El paseo de las Delicias y la chacha Mari!
          Al parar el tren y apearme, bajé con lentitud y meditando lo que tanta gente vivió. Veo las escaleras mecánicas, precisamente la de subir no funciona, está como… parada desde aquel día. No quiero seguir pensando. Subo por las escaleras y me pierdo entre la multitud.
          Al salir, lloviendo a mares, sin paraguas, me dejo llevar por la lluvia hasta el museo Reina Sofía. Tengo un congreso al que acudir.
          Vuelvo la mirada desde el exterior de la estación. La gran bandera nacional ondea en su cúspide. El cielo sigue negro, demasiado oscuro para ser las 10,30 de la mañana.
          Dejo que la lluvia empape mi rostro y se confundan las gotas del cielo con el recuerdo que no puedo controlar… a todas las víctimas del terrorismo.

Tuesday, April 12, 2011

PREPARANDO TÚNICAS


Preparando túnicas
Se mezcla el olor de la huerta con el de cera, y, al mismo tiempo, con la cola de pegar carteles.

          Cada año llama a la puerta la Semana Santa. Este año, para los de la capital ha sido una alegría muy notable, de sobresaliente más bien. El declarar la Semana Santa de Murcia, por parte del ministerio de Cultura de interés internacional, es un gran logro. Los Salzillo no pueden tener menor mérito en reconocimiento.
          A mí me gusta ir pensando en la que ya es tan tradicional Semana Santa, la nuestra. No hay nada bajo el sol exceptuando cosas curiosas como el “hermanamiento” de cofradías como la de San Juan entre Jumilla y Cieza. Se supone que eso une más a los pueblos y, al mismo tiempo, se puede forjar unos lazos que el venerado San Juan puede hacerlos mucho más fuertes, tanto sociales como de otro tipo de relaciones, aunque sea para disfrutar de buen vino con olivas, eso si que sería un “hermanamiento” paralelo.
          Ya se oyen “ensayar” a las bandas de cornetas por los diferentes rincones. Yo al menos, aunque no esté en Cieza físicamente, cuando escucho tras mi ventana el sonido de redoblar de tambores y el desafino de cornetas que en solitario se atreven a lanzar su sonido (o lo que sea), me viene a la memoria Cieza, y como lo hacían, hace ya mucho tiempo, el salir por las calles anunciando la semana de pasión y al mismo tiempo templar cajas y bombos. En algunos lugares más apartados, tomar muy en serio lo desfilar, lo de hacer “la caracola”, y en un despacho de Alicante, el maestro, en su añorar como el mío, poner música a las distintas cofradías ciezanas.
          Me pongo “Semana Santa Ciezana” en mi despacho, hago algo fuera de lo normal como es subir el volumen un poco. El solo de trompeta me aísla, me deja fuera de todo tipo de pensamiento cotidiano. La música del maestro Gómez Villa, del chache Pepe, es un gran legado a nuestra tierra.
          Ahora no llego a comprender, dentro de la ironía, como se va a desarrollar estos días que narran la vida y pasión de Cristo. Para muchos, militantes de partidos no creyentes, si tienen mitin o pegada de carteles, no podrán estar con sus hermanos cofrades (que ser de un partido no impide tener creencias religiosas), como todo es posible, nadie puede extrañarse de ver un comunista llevando un paso o tocando el tambor o, simplemente y mejor tapado, ser “túnico” con la cara tapada, como penitente, para que no tenga criticas mal avenidas y que coarten su libertad.
          Se avecinan noches de música con cirios y olores prendidas en las calles de muchos pueblos, en el nuestro por supuesto, y olor a pegamento o plástico propagandístico que, como manda este tiempo político, ha de ser “moneda de cambio” para que el elector tenga su decisión a punto, aún difícil de tomar, pero ya tocando o llamando a otra “pasión”, no como esta, pero casi cruenta por lo que dicen o señalan.
          Dejo que aún hay tiempo, pero como los ensayos hacen, yo llamo a que sea Semana Santa, con tiempo, con ganas y que solo el olor de lo que queda de azahar, del frescor de la noche, de la cera que arde, todo mezclado con la música que tanto llega a emocionar, sea, por encima de “otras cosas”, lo que haga de Cieza una tierra buena, si no es posible que no llegue al grado de santa.

CUARESMA A LA CARTA


La penitencia, para los creyentes y los no creyentes, que nos espera estos días.

          Ya pasó el miércoles de ceniza después de unos días de carnaval intensos. Las costumbres cambian con los tiempos y no seré yo quien diga si para mejor o peor, el propio pueblo es sabio en tomar decisiones. Ya estamos en tiempo de Cuaresma. La batalla entre don Carnal y doña Cuaresma ha sido favorable para esta última, como siempre. No corresponde a la tradición católica el tipo de Cuaresma que ahora guardamos, voy hacer referencia a una Cuaresma de tipo social y, como en todo, tiene su explicación.
Don Carnal, detalle (Peter B.)
          Muchos son los que desde principios de año, siendo serios consigo mismo, habían hecho los “votos” de dejarse el tabaco. A pesar que la prohibición llega a los propios bares y restaurantes, aún siguen muchos fumando y sin cumplir sus promesas. Aprovechan este tiempo litúrgico para volver a proclamar, a su gusto, que van a dejar de fumar. Con las decisiones de nuestros gobernantes, con la prohibición de fumar en casi todos los sitios, ahora lo tienen fácil. Este gobierno propone, para lo de fumar, que seas puro y limpio y dejes de fumar; a lo mejor así se limpia, a parte de los pulmones, el alma, porque lo que es la mente, esa lo tiene claro con esta decisión, sobre todo para los fumadores y propietarios de bares y restaurantes.
          Otros tantos ya preparan sus días de descanso que, en el año se reparten, ahora corresponden al tiempo de Semana Santa. Encima que no se puede fumar, ahora, por el deseo de los sindicatos, sin pensar en los demás, y que ellos se van a ver muy desfavorecidos, etc., etc., pues nos proponen otra Cuaresma para el recogimiento en nuestros hogares. Otro elemento más que añadir a esta posible Cuaresma 2011 donde elegir nuestra penitencia. Esperemos que el ministro de fomento, que le preguntan una cosa y responde con adulaciones al ínclito ZP o con lo bien que lo hace este gobierno y esas cosas, logre estabilizar las negociaciones entre AENA y sindicatos y la cosa no llegue a imponer acciones militares como sucedió con los controladores. El viajero no puede ser el que sufra esas desavenencias entre patronal y sindicatos, algo habrá que cambiar para no ser víctimas, sin culpa, de los errores o problemas que no nos corresponde.
          A la región de Murcia le imponen otra penitencia desde Madrid. El llevar una gestión inapropiada, como en Castilla la Mancha o en Cataluña, pero no ser de la misma “cofradía”, supone el no entenderse y vivir lo que se está viviendo. Los dirigentes murcianos, de uno y otro lado, no saben ponerse de acuerdo y, oyéndolos cacarear en sus discursos siempre políticos, se aprecia que esto no tiene visos de solución. No ha empezado la campaña aún y ya tenemos la murga propagandística en radio (por ahora) de una de las candidatas a ser presidente (y no voy a decir presidenta porque está mal dicho, como jueza y juez) de la especie de República de la Panocha en que se ha convertido esto que queda de Murcia. Ladrillo por doquier, paro y falta de inversiones, críticas sin sentido y sin apoyos a la ciudadanía, todo político por el poder. La solución es fácil: consenso.
          Ya queda la tradicional Cuaresma, la de siempre, en otro tiempo obligada por la pobreza y la necesidad: la de no comer, pero ahora justificada, a la carta, y mucho más necesaria que nunca. Somos cuerpo y alma, así consta en muchos tratados, aunque el alma, espíritu, etc., que dicen regenta nuestro cuerpo, tenga debilidad por algo. El cuerpo no puede soportar tanto colesterol, triglicéridos, hipertensión, etc., es momento de hacer la Cuaresma a la carta gastronómica y deportiva, posiblemente nuestra “penitencia” nos permita una mejor salud y ¿por qué no? Ser algo mejores.

DE LA CHIMENEA A INTERNET

No todo está en los libros, ni las Nuevas Tecnologías pueden ser la única fuente de sabiduría. Hay otros espacios que prevalecen.

          Me comenta una compañera, profesora en la Universidad, lo que una alumna ha vivido en una de sus clases con un profesor. Una discusión, constructiva, en la que la comunicación oral es una forma de adquirir conocimiento y que solamente precisa un ser que emita los comunicados o mensajes y otro que sea el receptor de esos mensajes. Este profesor aducía, con un criterio notoriamente erróneo, que Internet era la fuente de información, incluso oral, donde poder obtener los mejores resultados. La alumna, defensora de que en todo tipo de relación humana, durante una conversación, también hay adquisición de conocimiento y, por esas relaciones sociales, existen momentos en que se dan percepciones de lo que sucede, con ello hay emociones ante lo que se habla y escucha y por ende, el conocimiento puede adquirirse de esa práctica de comunicación oral. Al leer esto, y donde la alumna recordaba a su abuela ya fallecida, con la que había aprendido muchas cosas, sobre todo amar la lectura, todo ello gracias a los cuentos, a las historias que le narraba en las tardes noches de invierno, con lluvia y frio, pero con el calor y la luz de la leña ardiendo. Es algo evidente que, mucho más que Internet –no soy yo precisamente un detractor de la Red, al contrario- la experiencia, el hecho de lo que hemos vivido y nos han contado, tiene su propio espacio y es preciso preservarlo y darle la importancia que merece.

          Muchos recordamos a nuestros seres queridos que, con su peculiar voz, su estilo dramático o simplemente el saber poner en “escena” (cerca del fuego o en la mesa de camilla con el brasero) la historia o cuento que nos fascinaba. Sin tele, sin cine, sin nintendo ni otras “herramientas” modernas que, según algunos eruditos las clasifican como muy necesarias para la socialización. Allí estaba “escondido”, entre las palabras que nos narraban, el personaje aventurero que recorría intrépido por esos mundos tan fascinantes. Aquella princesa que, desolada y triste moraba en un torreón lúgubre esperando que un príncipe ¿azul? (nadie sabe por qué tenía que ser el príncipe azul, pero así constaba en el relato) venía a rescatarla del malvado, eso sí, antes tenía que atravesar unos bosques espinosos y luchar con bestias y dragones. Al final, siempre había un final, eso en Internet es imposible, cada vez hay más páginas, el aventurero vencía a todos los malos y lograba un tesoro o llegaba a rey de un territorio casi mágico. No menos le pasaba a la princesa, siempre feliz junto a su príncipe ¡azul!

          Otros cuentos de animales, otros de leyendas. No se acaba el repertorio, se van nuestros narradores, pero quedan en la memoria y son el mejor mensaje que tenemos para dar el valor a la palabra que se merece. En cualquier cuento siempre hay un concepto que aprender; en la forma en que te lo narren, surgen las emociones por querer leer o narrar o ser tu protagonista de esa historia o de otra que puedas construir.
          Cierto es que la comunicación, en este caso oral, no ha de ser patrimonio de nada ni de nadie, que la sabiduría está en los libros, pero debemos agradecer a quienes leen y luego, cuando somos pequeños, nos enseñan con su tenue y preciada voz, lo que de esos libros aprendieron. Hemos pasado de la chimenea y su calor, a la soledad de una silla, una pantalla e Internet.
          A todos los maestros, o quieren ser maestros, que aprendieron de sus seres queridos tantas cosas simplemente escuchando sus interesantes narraciones y que ahora, en sus clases, rememoran esos momentos.

PROFESIONES QUE TRATAN CON EL SER HUMANO

Andan las cosas revueltas y mala imagen se tiene de profesionales que tratan con el ser humano: Sanitarios y Maestros.

Se dice que el trabajo dignifica al ser humano, y es cierto. Todo el mundo sabe que los trabajos que realizamos cada cual son diferentes y, a su vez, necesarios. Para mí, todos son importantes, vitales en algunos casos, y se conforman para el bienestar de la sociedad en que nos toca vivir. Por desgracia, hay grandes diferencias entre las clases sociales y ya no digo entre culturas y naciones.



Hay que reflexionar sobre aquellas profesiones cuyo material de trabajo es el propio ser humano. Destacan los propios padres, que gestan y cuidan de sus retoños hasta que alcanzan la madurez y pueden valerse por sí mismos. O el juez, que decide sobre sus acciones y conductas y puede privarle de su libertad, e incluso en algunos países, digamos civilizados, destinarlo a la pena de muerte. En asuntos de creencias y pensamientos religiosos, también existen profesionales que, desde su vocación más interna, dedican su vida para tratar estos asuntos con aquellos que tienen sus propias creencias. No puedo olvidarme del médico, un profesional como la copa de un pino que, durante muchos años, por vocación, se entrega al aprendizaje de cómo es y funciona el cuerpo humano y nos facilita la cura, trata el dolor, la enfermedad a cualquier hora, cualquier día, ya sea de frío o calor. Sin vocación para atender a tus semejantes, no sirve ser médico, enfermero, o un simple asistente sanitario. Todos ellos ofrecen su trabajo, incluyendo su vida, a esta encomiable labor por sus semejantes.

Perdonad, por dejar para el final al maestro, ese ser humano y profesional que, sin que nadie lo dude, colabora con los padres para que crezcan sus hijos, sus alumnos, acercándoles el mundo en que han de vivir, espoleando su sentido crítico y su sensibilidad, formándolos para que:
a) puedan llegar lejos con sus propios recursos físicos e intelectuales, educándolos, es decir, transformando sus posibles conductas erróneas en acertadas para que no tengan que estar ante un juez por desconocimiento de la moral, de las disposiciones sociales y de los propios valores del ser humano;
b) incluso, dentro de esta educación, enseñarles a cuidar su cuerpo y prevenirlo ante las adversidades de la propia naturaleza, de modo que sepan cómo prevenir enfermedades para colaborar con los médicos;
c) participando con ellos, con todos en formar seres que puedan ser buenos padres, buenos jueces, buenos médicos, abogados, panaderos, tejedores, mecánicos o poetas… Y, si alguno llega a ser maestrito/a, a ser un buen maestro/a. Entonces la cosa estará bien hecha. Como soy de Murcia, pues eso, que quisiera que mis alumnos incluso llegaran a ser (y olvídense de signo político alguno) unos buenos gestores políticos de la cosa pública.

Gracias, por la confianza depositada en quienes, con tan ardua y poco considerada tarea, padecemos el descrédito y una insuficiente atención despolitizada y desinteresada.

Sunday, March 20, 2011

ACOSO ESCOLAR

Un pequeño aporte para profesores, padres y alumnos que quieran tratar el tema del acoso escolar, conocido como bullying en el lenguaje de Shakespeare.