Saturday, October 16, 2010

¿VERDAD O MENTIRA?

La de cosas que pueden estar aún sin “descubrir” por la Historia. Si de memoria histórica se tratara, ¿qué pensarían Uds. de esta crónica?
Puede que sea un error histórico. Nadie pensará que esto pueda ser un hecho real; pero, si nos atenemos a que puede ser un documento localizado en un archivo cualquiera, la cosa puede dar para mucho. La Historia nunca ha dicho nada sobre esto; como en otras ocasiones, los poderes del momento han sellado hechos que serían escandalosos a la vista de la época y, posiblemente, una aberración en nuestros días.
Como curiosa situación de una de esas crónicas, por su carácter jocoso, inverosímil y que trata de la caridad - yo pienso que excesivamente sexualizada-, en este caso en territorio nacional, encuentro esto por esas páginas de la red con el siguiente y bien explícito texto:
Cuerpo de Pajilleras del Hospicio de San Juan de Dios, de Málaga
…En diciembre de 1840, se autorizaba la creación (merced a una especialísima dispensa del Obispo de Andalucía) del Cuerpo de Pajilleras del Hospicio de San Juan de Dios, de Málaga.
Las pajilleras de caridad (como se las empezó a denominar en toda la península) eran mujeres que, sin importar su aspecto físico o edad, prestaban consuelo con maniobras de masturbación a los numerosos soldados heridos en las batallas de la reciente guerra carlista española.
La autora de tan peculiar idea había sido la Hermana Sor Ethel Sifuentes, una religiosa de cuarenta y cinco años que cumplía funciones de enfermera en el ya mencionado Hospicio. Sor Ethel había notado el mal talante, la ansiedad y la atmósfera saturada de testosterona en el pabellón de heridos del hospital. Decidió entonces poner manos a la obra y comenzó, junto a algunas hermanas a "pajillear" a los robustos y viriles soldados sin hacer distingos de grado. Desde entonces, tanto a soldados como a oficiales, les tocaba su "pajilla" diaria. Los resultados fueron inmediatos.

El clima emocional cambió radicalmente en el pabellón y los temperamentales hombres de armas volvieron a departir cortésmente entre sí, aun cuando, en muchos casos, hubiesen militado en bandos opuestos.

Al núcleo fundacional de hermanitas pajilleras se sumaron voluntarias seculares, atraídas por el deseo de prestar tan abnegado servicio. A estas voluntarias se les impuso (a fin de resguardar el pudor y las buenas costumbres) el uso estricto de un uniforme: una holgada hopalanda que ocultaba las formas femeniles y un velo de lino que embozaba el rostro.

El éxito rotundo se tradujo en la proliferación de diversos cuerpos de pajilleras por todo el territorio nacional, agrupadas bajo distintas asociaciones y modalidades. Surgieron de esta suerte, el Cuerpo de Palilleras de La Reina, Las Pajilleras del Socorro de Huelva, Las Esclavas de la Pajilla del Corazón de María y, ya entrado el siglo XX, las Pajilleras de la Pasionaria que tanto auxilio habrían de brindarle a las tropas de la República.
Siempre nos quedará la duda de si existió o no.
Que cada cual aporte su propia opinión y, si conoce de algún tatarabuelo u otro ancestro, amigo, cercano o familiar que fuera atendido por estas pajilleras, que me lo haga saber.