Sunday, March 15, 2009

LA SEMILLA DEL DIABLO


¿Cómo educamos y que queremos de nuestros hijos?

Puede que esta sea la segunda entrega de pequeñas lecciones de comportamiento apropiado para una sociedad que precisa de practicar lo que se denomina Educación en Valores, (no confundir con Educación para la Ciudadanía).
Nos investimos de ser humano con capacidad para enseñar a otro ser humano, desde el momento en que aceptamos la responsabilidad de ser padres y gestar los hijos que de nuestra propia responsabilidad, y placer, traemos al mundo. Para algunos son una bendición, para otros puede convertirse en la semilla del diablo, en algo inesperado y que nunca debería de llegar a extremos en los que no se les pueda controlar. Me explico.
La primera unidad de socialización es la familia. En ella debe de surgir la EDUCACIÓN en los términos básicos: respeto, atención, disciplina, ayuda, protección, etc., pero entender que no podemos SOBREPROTEGER a nuestros hijos con la idea de que así NO LO PASEN MAL. El término “premio” o el contrario, el de “castigo”, no deben de ser elementos extremos ni mal interpretados. Un premio por sacar buenas notas no debe convertirse en un chantaje. ¿Si apruebo me compras una moto? Eso es chantaje. Es obligación de ellos, y así se debe enseñar, que APROBAR es SU DEBER, y podemos entender que no apruebe si vemos que, aun estudiando, esforzándose, no logra ese cometido. El “castigo” como tal se aplicaría en los casos que no se demuestre este esfuerzo, y consistiría en NO PERMITIR SALIR UNOS FINES DE SEMANA, por ejemplo Y DEDICARLOS A REFLEXIONAR Y ESTUDIAR. Desde esta perspectiva, la EDUCACIÓN va a facilitar, o al menos eso se pretende, UN CAMBIO DE CONDUCTA.
Muchos padres creen a fe ciega en lo que le dicen sus hijos. No se paran a pensar si lo que les dice es cierto o simplemente una treta para librarse de la reprimenda correspondiente. Incluso se llega a defenderlos sin una base real y cierta.
Cuando se dé una situación de conflicto con un profesor, con otra persona o incluso con un chico/a de la misma edad, debemos de escuchar a la otra parte para entender y determinar, que está pasando o que ha sucedido. Por supuesto que no vamos abandonar a nuestro hijo/a, vamos a ver los hechos y desde los mismos tomar decisiones correctas. Por ejemplo. ¡La maestra me ha chillao! Respuesta inmediata: ¡Se va a enterar la tía esta! Dice la madre o el padre. Esto lo oye el hijo/a y, predispone que la solución la va a dar, de forma parcial y directa, el padre o la madre cuando vayan a la escuela a “entrevistarse” con la maestra. Calma y escuchar primero. La semilla del diablo empieza a gestar y puede dar los frutos que estamos viviendo. Violencia en las escuelas, faltas de educación gravísimas, conductas muy agresivas y sin respeto a nada ni a nadie. No sirve decir la frase…¡Yo no puedo ya con él/ella! Desde el principio, desde la familia, y después en la escuela, nuestros hijos son parte de una “tierra fecunda” en la que debemos de sembrar: EDUCACIÓN, PRINCIPIOS, TOLERANCIA, CONVIVENCIA, ETC., semillas que hagan de ellos hombre y mujeres con responsabilidad, y, por otro lado, prevenir que no vengan semillas del diablo y se forje en ellos ODIO, VIOLENCIA, XENOFOBIA, MALTRATO, etc. Que, por desgracia, hoy por hoy, se da en cantidades inaceptables.

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