Sunday, December 21, 2008

TELEMIGAS


Hacer de comer, o depender de que te sirvan la comida hecha. Hacer dulces, o por lo menos intentarlo.
No todos los domingos se tiene la oportunidad de que se viva todo un día en familia y, a la vez, divirtiéndose con el querer rememorar costumbres y tradiciones tan propias de la época. Una de estas cosas que tanto nos gusta, son los dulces de Navidad. Típicos, entrañables, muy caseros, y que tengan muchas cosas que les den un juego de sabores y olores, de esos que “alimentan”.
Lo típico y normal es ponerse de acuerdo y quedar ese domingo para, gastronómicamente hablando, pasar el día en “amor y compaña” como diría el refranero más popular. Las compras de una lista de ingredientes que no llega al folio pero que puede necesitar algo más (como siempre suele pasar), y muchas ganas de aprender o de intentar hacer, con ese sistema del ensayo, el error si se da ya no tiene solución, la cosa sale mal y no da tiempo en el mismo día a repetir. Pero las ganas y el interés, eso no falta.
Una vez consultados los asesores de cuándo hay que empezar con los preparativos del proceso, la pregunta se hace inversa, dice la experiencia de la asesora ¿Cuándo vais a empezar hacerlos? La respuesta: ¡A partir del medio día!...Repuesta entre dientes rezada: ¡Apañáis vais vosotras!
Pues eso, la primera en la frente. Llega una parte de la familia desde otros lugares, con un montón de cosas. Hablar y contar, contar y no queda títere con cabeza después de todo lo que se ha hablado. Son ya casi las 2 de la tarde. Las migas se hacen, al gusto de cocinero de turno, para que todos disfruten y no tener que llamar a una entidad de comidas rápidas, y mucho menos, como quiere rezar el titulo que se denomine TELEMIGAS…¿Se lo imaginan?
La ingesta de migas ha sido adecuada, excelente y sin excedentes. Hay todo tipo de críticas. Se aceptan. El postre primero era fruta de piña, pero como si pasará un viento rápido la piña hace poco efecto, para la degustación y punto. Pero llega el “tiramisu” casero, que dicen que era un postre de casas de esas de “señoritas que fuman” y llevan poca ropa, para hacer la espera a los señores clientes “más dulce”. Algunos comensales, insensatos y fuera de control, repiten sus raciones ya generosas. Queda la vergüenza que se guarda, para en privado, (no creo que llegue a más de dos horas) sea liquidado el asunto del tiramisu.
Y pasamos a los dulces. En esto si que hay guasa. La masa para las tortas, elaborada desde las 12 hasta las dos, puesta cerca del brasero ha alcanzado su límite. Ahora es “la increíble Hultsa”, en blanco y cargada de almendras y piñones. Pasamos a la acción y se hacen tortas de tamaño…¿De qué tamaño? He contado diez opiniones distintas y somos once, alguien no ha querido dar su opinión.
Llegan más familiares. Críticos y voluntariosos, dan su opinión acertada, sobre todo en el análisis del por qué han salido los cordiales como si fueran “galletas”: totalmente planos. El azúcar, el problema es el azúcar, los pone demasiado dulces y además no los deja “tiesos”. Otra cosa aprendida.
Ya son casi las ocho de la tarde y el asunto no para. ¿Llamamos a Telemigas? No hace falta. Uno de los participantes, por aquello de hacer otra demostración, piensa en hacer “panes preñados”, en este caso de chorizo. Juega el Murcia, por la televisión lo están dando, y justo en el momento del empate, ya están los panes preñaos hechos. Una delicatesen que se come, no por lo bueno que han salido, sino porque es hora de merendar-cenar.
Queda la cosa en repetir, que aunque no todo es perfecto, pero se puede mejorar, eso sí, repetir las migas y no tener nunca que llamar a TELEMIGAS, aunque la crearan para eso.

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