Wednesday, July 21, 2010

DE DELFOS A PAUL

Las predicciones de los oráculos que vaticinaban, y vaticinan, cual es el devenir de quienes creen en ellos.

Cuando muchos lectores tenga “El mirador” en sus manos –o leyéndolo por Internet- ya “la roja”, nuestra finalista para ser campeona del mundo de fútbol, estará en su concentración para hacernos vivir otro par de horas intensas. Pero el tema es más simpático, y que tiene su propia máxima de enseñanza, o de reflexión, que siempre hay supersticiones y gentes que tienen sus creencias y manías.
Paul, que así llaman los alemanes a su pulpo que se encarga de vaticinar cuál será el resultado del partido que juega la selección teutona con su correspondiente, tiene la deferencia de comerse el mejillón (también ostras) de la urna, cuya bandera representa al país equipo rival, que él considera que será ganador.
Si hacemos un viaje a la Grecia clásica, encontramos algo parecido que el propio hombre, en una sociedad llena de temores, de miedos, de dudas, tenía a quién consultar para saber cuál sería el futuro o las situaciones desde la individualidad, como de grupos sociales más o menos grandes.
Grecia nos enseña el significado del oráculo. Pero antes, ya el hombre muestra sus necesidades de tener elementos que les den confianza. Muchos consideran esa situación con la de tener “suerte”. Algo hay, pero no todo puede ser exotérico o tener realidad científica cuando una serie de elementos que trabaja, manipula, dispone el brujo, el chaman, el que sabe de esas cosas, nos dice y asegura cosas sobre nuestro futuro.
Hay cientos de cosas que nos sirven para generar esa confianza. Llevar una prenda, por muy gastada, vieja, que se encuentre. Un amuleto en la cartera, colgado del cuello, en el coche. Cualquier cosa sirve si, previamente, en un momento dado, nos dio esa “suerte”.
Paul, el pulpo “adivino”, un tanto oráculo de la selección alemana, solamente se equivocó una vez, pero al verlo tan seguro, antes del partido Alemania-España, al escoger la urna de la bandera española, ya les dio el “yu-yu” a los alemanes, y es que la psicología funciona negativamente también, sobre todo en aquellos que no tienen suficiente conocimiento como para considerar esto como anecdótico. La influencia de esa creencia puede hacerles rendir mucho menos, y si encima te hacen un gol, ya es que el pulpo se “atraganta”.
No diremos que lo van a cocer a la gallega, pero posiblemente hagan uno de sus famosos “strudels” con él y regado de una con alguna de sus muy generosas y excelentes cervezas.
Ahora la final, y reconociendo que los alemanes han sido un gran rival. A mis compañeros del Schule MS de Biberach, que apostaron que ganara el mejor. Que pillen al pulpo Paul y no lo dejen adivinar más nada, por si acaso.

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