Friday, December 07, 2007

Crisantemos blancos


No es un rezo más a nuestros familiares ausentes, es un rito con diferente significado en otros lugares.

Las conmemoraciones que no son de nuestra cultura, cada vez más, se van abriendo paso entre nuestras gentes. Es el caso de “Jalogüín” (in english Halloween) a la española. Que no consiste en salir por la calle pidiendo “candies” golosinas o que te den un “truco”, digamos susto. No, ni mucho menos. Es vestirse de carnaval monotemático: terror y cosas que den miedo y/o relacionadas con la muerte.

Para muchos desinformados, esta fiesta es una “parida” made in USA, y es un error muy grave el pensar eso. Tiene unos cuantos siglos más que la cultura de los donuts y de los cow-boys que fuman cigarrillos de esos caros que te producen cáncer, pero que te visten de guapetón que no veas. Ya en Irlanda, hay leyendas e historias que nos llevan a tener miedos fundados y tradiciones que hablan de esoterismo, brujería y esas cosas, pero que por aquello de que hay que llevarlo todo a otros sitios, los ingleses e irlandeses, o lo que es lo mismo, los hijos de la gran bretaña, llevaron esta tradición a las colonias americanas. Y es que con poco nos conformamos los de sangre latina y calentorra para apuntarnos al jolgorio multitudinario, con disfraz en ristre, por la tarde para los pequeños, y por la noche para la adolescencia, como diría el sociólogo Tarde, en multitud y no en masa, y es que ellos saben divertirse y no todos lo hacen de mala forma, pero los tenemos que rinden culto al alcohol sin miedo a que el traje que llevan sea el definitivo y la juerga termine en tragedia. Eso es el mal nuestro de cada día y nadie lo remedia, por eso lo insisto. La fiesta de Jalogüín ya forma parte de nuestra cultura, como los restaurantes denominados de comida rápida, por otros con el apelativo de “basura”. En eso consiste la globalización, y ahora con poco nos apuntamos a un Jalogüín o a una “batucada brasileira” o a un concierto de percusión africano y por qué no, a una exhibición de teatro mandarín aunque no entendamos un pijo, nos parece genial y eso habría que hacerlo en el pueblo todos los años… somos así.

Sin embargo, nadie puede quitar lo tradicional, ni ideales políticos ni pensamientos de otras culturas o religiones, por desgracia ya son muchos los que venidos de otros países comparten, en la distancia el día primero de Noviembre. En México es día de inocentes y de muertos, y acuden a los campos santos a rendir homenaje, heredado de nuestra cultura. Aquí, nosotros atendemos, por igual, la memoria de quienes ya no están con nosotros y son las flores del tiempo, entre ellas el crisantemo, el que viste y ornamenta, en todos sus colores y variedades, las diferentes hornacinas, lápidas o panteones de tantos pueblos. Son un lenguaje sencillo para expresar el respeto y el amor, y por aquello de su significado, en Japón, dicen, es igual pero para la persona a quien se le pide que sea su esposa o esposo, con un simple lenguaje de flores, la del crisantemo en este caso blanco, estamos diciendo, o mejor, expresando, sentimientos, emociones por algo y por alguién, aunque las diferencias son bien notorias, en ambas esta el respeto y el amor.

A quienes no están ya junto a nosotros, a quienes amamos y saben que es un día para la reflexión y el encuentro. Un crisantemo, si es blanco, ¿puede decir tanto?

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