Saturday, April 05, 2008

FLORILEGIO EN AMSTERDAM


De lo que tanto se puede aprender con tan solo mirar.

Cae la nieve de forma violenta en Ámsterdam y es 26 de Marzo. La primavera, loca y cargada de cambios térmicos, deja su nota particular en estas tierras de la Europa comunitaria. El frío se hace notar y, de repente, una apertura en el cielo, entra el sol y para de nevar. Prodigioso el cambio climático, y no me refiero al tan manido que ocupa a los ecologistas, sino al natural, al propio que, en esta estación del año, se puede dar.

En mi pasear por la ciudad de los canales de las tierras con humedales y recuperadas al mar, la que también conocen por la Venecia del Norte, voy visitando los correspondientes museos a los que uno se ve obligado. El primero, como no, después de leer su diario y contemplar en imágenes lo que esta familia sufrió, es la visita obligada a la casa de Ana Frank. Algo que, si no has leído el libro o, por lo menos, visto una referencia en film de este personaje real, pues no vas a entender nada de lo que en esta casa se ofrece. Yo, sinceramente, pensaba en cómo durante dos años vivió esta chica, su familia y otros personajes… vivir en el sitio y aprender con tan solo mirar.

Sigo mis rutas, otro día con nieve, sol, nieve, viento y frío. Un café shop ¡cuidado! Es el paraíso de la Marihuana. Todo está permitido en estos espacios, bueno casi todo. El olor es inconfundible, pero…¿dónde voy yo? Pulcro e inmaculado a meterme en un espacio dedicado a “porrear” libremente, sin ataduras, sin problemas legales…¡hasta los chupa chups! Presentados como delicados caramelos de posible menta…¡pues no! ¡ni mucho menos! Son de marihuana. Observo, compruebo, denoto, callo, consumo mi te y, tras pagar religiosamente, me marcho.

Cae la tarde noche, el frío impide abrir los ojos más allá de donde las luces, en movimiento, te invitan a que te acerques y, por la curiosidad, sepas de que va. Estoy en la plaza Dam, la más famosa, y en sus calles anexas el bullicio se va disipando. Me voy por detrás, hacia el Este, y entre los canales, los “grach” canal en holandés, me doy de bruces con los primeros “escaparates”. He llegado al barrio rojo, al más famoso barrio del mundo en asunto de prostitución. Inconfundible y libertario, sarcástico, elegante, raro, lúdico, imaginativo, y no se cuantos calificativos más. Los nombres sobre los marcos de las modelos, cortinas cerradas, aún no es hora de abrir la mercancía… me voy, el frío es muy fuerte para los que somos del sur… (mi mujer no quiere esperar un poco más)… Nos vamos.

Rembrant, su casa, sin comentarios. En ella una exposición de Maria Sibylla Merian, una mujer pionera, entomóloga con un trabajo a lo largo de su vida dedicado al estudio de los insectos que, francamente, me dejó perplejo. Si ya de por si todos los museos (Van Gogh museum, Rijks, museum, etc.) son un placer contemplarlo, pues éste, en particular, me llamó poderosamente la atención…¡vaya trabajo!

Me quedo pues con lo que digo al principio, Florilegio de Amsterdam, que en castellano para entendernos, quiere decir. Colección de trozos selectos de temas literarios… la parte literaria que cada cual escriba es Amsterdam en su conjunto. Con frío también puede gustar.

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