Tuesday, September 11, 2007

El silencio de la Libertad


Los nombres, sus edades… Sus vidas son el precio de nuestra Libertad.
Este verano he decidido conocer de cerca el denominado “Day-D”, el desembarco de Normandía. Para nosotros, los españoles, estos hechos reales nos suenan más a película (“El día más largo”) y nos llegan muy de lejos a nuestros sentimientos. Es natural, no hay familiares entre esos miles de muertos.
De cualquier forma, el viaje, estudiado y trazado para disponer de la mejor información de lo que en ese territorio galo sucedió, ha sido diseñado con muchos datos que se puede encontrar fácilmente en Internet. Es bueno conocer la Historia de lo que ahora (y de siempre) formamos parte: Europa.
Todo lo que queda de aquellos días refleja la inutilidad del hombre. Aunque parezca mentira, los hechos épicos están fuera de contexto cuando ves que hay, en unos pocos kilómetros de distancia, tumbas de unos jóvenes, sean de donde sean, que fueron llamados para luchar por un ideal. Ambos pensamientos, seguro que no tenían que ver nada con sus ideales, pero los hechos de aquellos días, la situación política y las aversiones que Europa vivía, fueron lo suficientemente fuertes como para ser reclamados para la lucha, para la guerra y, por ende, morir en unos combates a los que nunca se debía haber llegado.
Casi doscientos mil hombres por mar de todos los países aliados, otros veinticinco mil paracaidistas y otros tantos de infantería. Durante dos semanas dieron un cambio a la guerra y a la Historia. Pero… todo tiene su pero: Estos hechos costaron muchas vidas.
El silencio de la Libertad lo encontré en varios sitios, dos principalmente, de los que mi reflexión tiene que servir de algo. Por un lado un pequeño cementerio inglés, el primero que visité, encontrado casi al azar cerca del famoso “Puente Pegaso”. Su cuidado césped, su silencio, me estremeció de forma notable. Comentaba con mi hijo. ¿Para qué sirve una guerra? ¿Quién provoca las guerras? ¿Quién quita o manda quitar la vida en nombre del honor o de la patria? En ese cementerio, sobre las lápidas, habían inscripciones que te ponían la piel de gallina: “… John, muerto en combate. Tu hijo al que no viste nacer”. Firmé en el libro a la salida. Intacto, respetado, ni un arañazo en ninguna de las lápidas. El respeto. El silencio.
Muchos creen que el desembarco es cosa de USA, que por cierto, les guste o no a muchos antiamericanos, gracias a ellos y otros tantos, como los polacos, canadienses, ingleses, belgas, entre otros, hoy gozamos de una libertad que, posiblemente, no hubiera permitido ni tan siquiera su nacimiento, y ellos vinieron de su país, por voluntad propia, y poco petróleo o ganancias había en una Europa destrozada. Así es la realidad y así hay que decirla.
Desde Caen, dirección a Ste, Mere Eglise (la famosa localidad del paracaidista John Steele colgado de la torre de la iglesia), está La Cambe, y en la misma autopista, se sitúa el más grande cementerio alemán, con sus cruces negras de distinto tamaño. Otro lugar de silencio, de respeto, en el que cada día hay flores nuevas y visitas de familiares que veneran a sus caídos, no pueden ocultar su dolor por aquellos hechos a los que, estos jóvenes, también tuvieron que perder la vida. El fanatismo de un loco. La creencia de la única verdad. Frío en la mañana del 24 de Agosto, San Bartolomé. Siento algo extraño que no puedo describir. Paseo en silencio por la hierba húmeda. Me cruzo con un grupo, alemanes, de mediana edad y mayores, me miran y miran al suelo, como arrepentidos, tristes. Digo buenos días en español, en francés y en inglés. Varios me miran con una leve sonrisa… Hay algo en ellos distinto, quizás sea el estar visitando el lugar donde yace algún familiar, no lo sé. El aire expresaba PAZ, mucha paz.
En honor a los muertos americanos hay dos, uno, el más conocido, pero no más importante, es el situado cerca de la playa de Omaha (la sangrienta) es el de la localidad Colleville-St. Laurent, la cual acoge en su tierra, actualmente suelo americano donado por el gobierno francés, a 9.386 soldados, ciudadanos de Estados Unidos, con nombres tan particulares como Tomas Martzesky, o Juan Diego López, Joe Ryan, y otros americanos, que allí entregaron su vida. Personalizado sobre mármol cada nombre, los de aquí y los de los otros 27 cementerios repartidos por ese territorio, hasta Granville en donde hay 650 polacos. Desde el día 6 de Junio de 1944 hasta el 31 de Agosto de 1944 que se libera París, hay mucho que aprender, lo primero recordar para no volver a hechos como estos y reconocer que el honor, las ilusiones, los valores del hombre, muchas veces se ven truncados, pero permanecen inscritos para siempre en lugares como estos, en donde, seguro, que te has de encontrar, desde esas lápidas, cruces o estrellas, con El silencio de la LIBERTAD.

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