Sunday, September 04, 2011

La sombrilla varada


            Cae la tarde en una de las muchas playas que han dado acogida a tantos veraneantes de todas las lenguas, de mil ideas y de no se sabe cuántas creencias.

            Paseo por ella en su larga y llana distancia con el ánimo aún intacto por disfrutarla. A lo lejos, negras y altivas, viajan nubes amenazantes. Sopla un aire húmedo, pegajoso, de un atardecer que se niega a morir. En el poniente, el sol se abre hueco entre cúmulos que son emisarios de los aquilones embravecidos. Mientras, serpentinas de relámpagos anuncian la tormenta, que no me atemoriza; sigo caminando en la soledad de la playa.

            Comienza la lluvia, fuerte, empapando la arena. Intento, en vano, protegerme en un chiringuito de madera del envite feroz, que amenaza con convertirse en granizo.  Pero, por fortuna, la tormenta pasa fugazmente y deja paso al aire limpio, a una atmosfera distinta. El sol sigue luchando entre las colas de los nubarrones; aún tiene la fuerza de la que ha presumido este mes.

            En el camino, una figura informe sobre la arena llama mi atención en el mar de soledad de la tarde. Me acerco con el ansia del náufrago y descubro una sombrilla destrozada. Ahora inerte, sin valor, ¿qué no habrá presenciado tantos días atrás? ¿A quién no habrá protegido? ¿Qué libro no habrá descubierto sus páginas al amparo de esa loneta ya descolorida? Quizá incluso alguna pareja tiene su juramento hecho siendo testigo el vástago que soportaba a tan famélico parasol. El niño de piel suave, el lector o la pareja asoman como una letanía entre el amasijo  de alambres con tela bicolor en franjas azules y blancas hecha jirones.

                Mientras me alejo, una gaviota se posa en el túmulo de recuerdos estivales. Parece que busca algo. Lleva en su pico algún objeto que no llego a determinar. Vuela y se confunde con el oro rojizo del ocaso, reflejo en las salinas que hablan de otro mar. No sé lo que lleva, pero quizá se trate de aquel pacto de amor, del sueño del niño o de la aventura de aquel libro que alguien leyó…

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